Seamos claros desde el principio: para un cristiano
no existe tal cosa como la suerte como el mundo la entiende, todo forma parte
de un plan divino donde los llamados a salvación entienden lo que referido a
ello el Padre ha revelado en Su palabra. Pero de igual forma puede entenderse
eso de la suerte simplemente como estar preparado para aprovechar la
oportunidad cuando se presente. Ahora bien, ¿estar preparado para qué?, ¡para
cumplir la voluntad del Padre!
Mateo nos presenta las palabras de Cristo diciendo “No
todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino
solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor,
¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos
muchos milagros?” Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de
mí, hacedores de maldad!”
Curiosamente de la cita anterior, la última parte
referida a hacedores de maldad, la palabra maldad se ha traducido del griego ἀνομίαν,
anomian, que literalmente significa sin ley. Así que los que son rechazados son
aquellos que incluso a pesar de las buenas, excelentes e incluso milagrosas
obras que pudieron haber hecho, han vivido alejados, y no sólo alejados sino
incluso en franca violación a la Ley de Dios.
Moises hablando al Pueblo de Israel, y en su figura
a todos los llamados a formar parte de la familia de Dios, les dice “¿qué pide
Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus
caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón, y con
toda tu alma”. Ahí está la voluntad del Padre a la que Jesús hacía referencia
en la cita de Mateo, de igual forma esta última referencia relaciona esta obediencia
al amor del cual se deriva la misma.
Sobre esto último Cristo nos dejó en la Escritura el
exhorto de que “el que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquél es el que me
ama; y el que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a
él”, y Juan en su primera carta aclara sobre lo mismo que “este es el amor de
Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”.
Ahora bien, ¿Cómo puede uno estar preparado para
aprovechar las oportunidades que sobre lo anteriormente expuesto se presenten? Pablo
escribiendo a los Hebreos señala que “el alimento sólido es para los que han
alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en
el discernimiento del bien y del mal” y sobre esto Santiago aclara que “si
alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a
todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”.
La Escritura nos exhorta a “andar sabiamente para
con los de afuera, aprovechando bien el tiempo”, y todavía más reitera “aprovechando
bien el tiempo, porque los días son malos”, pero para ese aprovechar se requiere
estar dispuesto para usar la ocasión cuando se presente, después de todo la suerte acompaña a aquellos que están
preparados y aprovechan la oportunidad.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Mateo 7:21-23; Deuteronomio 10:12; Mateo
22:37; Juan 14:21, 23; 15:19; 1 Juan 2:3; 5:3; 2 Juan 1:6; Hebreos 5:14; 1
Corintios 2:6; Efesios 4:13; Santiago 1:5; Proverbios 2:6; Santiago 3:17; Colosenses
4:5; Efesios 5:16
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