miércoles, 14 de agosto de 2019

Trabajar en equipo es darle más manos, mente y alma a tus proyectos




Muchos sueños, metas y objetivos de la vida natural requieren de la confluencia del esfuerzo de varias personas, esto debido al alcance que ciertos proyectos pueden tener que exceden de las capacidades de una persona sola, este principio también aplica para la vida espiritual ya que el tema relacionado con la Gran Comisión excede las capacidades que como individuos podamos tener.

Jesús, al encomendar a Sus discípulos, y en su persona a los cristianos de todos los tiempos, a ir por todo el mundo predicando el Evangelio a toda criatura, no estableció esta encomienda para que fuera realizada de manera aislada y solitaria por cada seguidor suyo, sino que la encomienda fue dada cuando todos estaban reunidos señalando como una obligación comunitaria la consecución de la misma.

Es por ello que Pablo instruye en su carta a los Hebreos a no dejar de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino a exhortarse unos a otros tanto más cuanto sé sabe que el día del Señor se acerca; de hecho, sobre esto mismo, Cristo señala que donde dos o tres están reunidos en Su nombre Él está presente en medio de ellos.

La iglesia de Dios es columna y sostén de la verdad, en ella Dios ha designado: primeramente, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego, milagros; después, dones de sanidad, ayudas, administraciones, diversas clases de lenguas, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

Reunirse en la Congregación con los demás hermanos y hermanas que han sido llamados a salvación en el presente siglo conlleva una ventaja referida a la propia edificación que excede la que en solitario pudiera obtenerse, de igual forma, permite encarar la Gran Comisión no sólo con estrategias comunales sino también con esa motivación de unos para con otros que nace del compañerismo, de la hermandad, “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor”.

¿Has visto cómo es que en todo proyecto secular hay sueños, metas y objetivos establecidos?, ¿sí?, ¿te has dado cuenta que esos sueños, metas y objetivos cuentan con las estrategias debidas pero, y tal vez más importante aún, que hay una motivación grupal de todos para con todos para que el equipo avance en la consecución de lo establecidos?, ahora yo te preguntaría ¿es así en la iglesia de Dios?

Al responder al llamado se nos ha establecido la obligación de crecer, de edificarnos, de dar frutos, ese crecimiento, esa edificación, esa fructificación es más factible, tiene mayor énfasis y es aún más dinámica en el grupo que llamamos iglesia de Dios. De igual forma lo referido a la Gran Comisión, el llevar el Evangelio a toda persona de toda nación es más realizable, posible y accesible si se trabaja en equipo.

Es por ello que la Escritura señala que “mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; más ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto”, así que no lo olvides trabajar en equipo es darle más manos, mente y alma a tus proyectos.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor


Referencias:
Marcos 16:15-18; Mateo 28:19-20; Hebreos 10:25; Mateo 18:20; 1 Timoteo 3:15; Efesios 2:21,22; 1 Corintios 12:28; Romanos 12:6-8; Efesios 4:13; Mateo 12:33; Juan 15:16; Santiago 2:14-26; Gálatas 5:22-23



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