Muchos sueños, metas y objetivos de la vida natural
requieren de la confluencia del esfuerzo de varias personas, esto debido al
alcance que ciertos proyectos pueden tener que exceden de las capacidades de
una persona sola, este principio también aplica para la vida espiritual ya que
el tema relacionado con la Gran Comisión excede las capacidades que como individuos
podamos tener.
Jesús, al encomendar a Sus discípulos, y en su
persona a los cristianos de todos los tiempos, a ir por todo el mundo
predicando el Evangelio a toda criatura, no estableció esta encomienda para que
fuera realizada de manera aislada y solitaria por cada seguidor suyo, sino que
la encomienda fue dada cuando todos estaban reunidos señalando como una
obligación comunitaria la consecución de la misma.
Es por ello que Pablo instruye en su carta a
los Hebreos a no dejar de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino
a exhortarse unos a otros tanto más cuanto sé sabe que el día del Señor se
acerca; de hecho, sobre esto mismo, Cristo señala que donde dos o tres están
reunidos en Su nombre Él está presente en medio de ellos.
La iglesia de Dios es columna y sostén de la
verdad, en ella Dios ha designado: primeramente, apóstoles; en segundo lugar,
profetas; en tercer lugar, maestros; luego, milagros; después, dones de
sanidad, ayudas, administraciones, diversas clases de lenguas, hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la
condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo.
Reunirse en la Congregación con los demás
hermanos y hermanas que han sido llamados a salvación en el presente siglo
conlleva una ventaja referida a la propia edificación que excede la que en
solitario pudiera obtenerse, de igual forma, permite encarar la Gran Comisión
no sólo con estrategias comunales sino también con esa motivación de unos para
con otros que nace del compañerismo, de la hermandad, “edificados sobre el
fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra
angular en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un
templo santo en el Señor”.
¿Has visto cómo es que en todo proyecto
secular hay sueños, metas y objetivos establecidos?, ¿sí?, ¿te has dado cuenta que
esos sueños, metas y objetivos cuentan con las estrategias debidas pero, y tal
vez más importante aún, que hay una motivación grupal de todos para con todos
para que el equipo avance en la consecución de lo establecidos?, ahora yo te
preguntaría ¿es así en la iglesia de Dios?
Al responder al llamado se nos ha establecido
la obligación de crecer, de edificarnos, de dar frutos, ese crecimiento, esa
edificación, esa fructificación es más factible, tiene mayor énfasis y es aún
más dinámica en el grupo que llamamos iglesia de Dios. De igual forma lo
referido a la Gran Comisión, el llevar el Evangelio a toda persona de toda nación
es más realizable, posible y accesible si se trabaja en equipo.
Es por ello que la Escritura señala que “mejores
son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el
uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá
segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán
mutuamente; más ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra
uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto”, así que
no lo olvides trabajar en equipo es darle más manos, mente y alma a tus
proyectos.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Marcos 16:15-18; Mateo 28:19-20; Hebreos
10:25; Mateo 18:20; 1 Timoteo 3:15; Efesios 2:21,22; 1 Corintios 12:28; Romanos
12:6-8; Efesios 4:13; Mateo 12:33; Juan 15:16; Santiago 2:14-26; Gálatas
5:22-23
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