Cuando uno responde al llamado del Padre, en cierta
forma puede decirse que se ha comenzado a andar por el camino que desde la
eternidad nos ha preparado, pero de igual forma uno debe entender, y esto es
muy importante, que el camino, si bien es uno, de igual forma su andar es
diferente para cada uno.
Andar por el
Camino implica responder al llamado del Padre, sí, vivir conforme a Su voluntad,
también, pero de igual forma implica el enfrentar las pruebas, los obstáculos,
las limitaciones que servirán para el propósito al cual hemos sido emplazados.
En la
Escritura tenemos un sinfín de casos de quienes respondieron al llamado, eso es
claro verlo, pero de igual forma podemos ver que ninguna de esas vidas fue
igual a otras y que lo que tuvieron que enfrentar asimismo fue diferente. Es por esto que aún y cuando ya andemos transitando
por el Camino, cada día tenemos que prepararnos para seguirlo con capacidad,
coraje y fortaleza.
Cristo dijo a Sus discípulos, y en la figura de
ellos a los cristianos de todos los tiempos, incluyéndonos, que en este mundo
se tendría tribulación, de igual forma la Escritura nos dice que, a pesar de
esto, en Jesús somos más que vencedores yendo de triunfo en triunfo, con todo y
todo esto no es mérito nuestro sino gracias a la extraordinaria grandeza del
poder de Dios.
La Escritura de igual forma ánima y reconoce a
quienes, comportándose como el siervo fiel, ponen a trabajar los talentos pare
entregar buenas cuentas a su señor; de igual forma la Escritura ánima y
reconoce a quienes como el mayordomo fiel y prudente a tiempo dan la ración que
la casa sobre la cual lo ha puesto su señor necesita.
Mayor claridad de la preparación que uno debe tener
al andar el Camino la proporciona la parábola de las diez vírgenes, cinco
prudentes y cinco insensatas: las prudentes estaban preparadas con aceite, las
insensatas no, ¿el resultado? Las primeras pudieron esperar al novio y entrar
en las bodas mientras que las segundas no.
¿Y cómo puede uno estar preparado para lo que el
Camino depare?, “por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis
resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos
con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del
evangelio de la paz. Sobre todo, tomad
el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
Y tomad el yelmo de la salvación, y la
espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y
súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por
todos los santos”
Disponerse para el Camino no es un acto que se hace
una sola vez en la vida, sino un ejercicio cotidiano para poder enfrentar con
éxito lo que el mismo depara, así que prepárate desde ya para
que cuando encuentres tu camino tengas la capacidad, coraje y fortaleza de
seguirlo.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Juan 16:33; 14:27; 15:16; Hechos 14:22; Romanos 8:37; 2 Corintios 2:14; 4:7;
Lucas 19:12-27; Mateo 25:14-30; Lucas 12:41-18; Mateo 24:45-51; 25: 1-13; Efesios 6:13-18
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