miércoles, 17 de julio de 2019

Para lograr sueños... ¡lo primero es tenerlos!



Todos tenemos sueños en esta vida, pero a los que por la infinita misericordia y eterno amor el Padre son llamados a salvación en el presente siglo un sueño le es dado: la vida eterna y no sólo la vida eterna sino la vida eterna como parte de la familia de Dios.

Es precisamente ese sueño lo que hace la diferencia entre el creyente y el incrédulo ya que el mismo produce en el primero esperanza y esa esperanza se traduce en fe, después de todo fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve, ya que sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.

Así que tenemos aquí una ecuación, por así decirlo, donde confluyen las variables relativas a creer, con convicción, en que Dios cumplirá las promesas que a sus elegidos ha hecho, con todo y todo falta una variable para completar la ecuación y es nuestra participación activa, es participación activa está dada por las palabras de nuestro señor exhortando “esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos tratarán de entrar y no podrán”.

Pablo escribiendo a los Efesios les aclaraba “por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”, luego entonces ¿a qué se refiere Cristo con ese esfuerzo que debemos imprimir en el Camino?

El esforzarse en hacer la voluntad de Dios no implica que por eso nos ganemos la salvación, la salvación es una dádiva de Dios dada a los elegidos por medio del sacrificio redentor de Jesús, el esforzarse en el Camino es la evidencia clara, concreta y tangible de que hemos aceptado esa salvación y que nuestro deseo, nuestra esperanza, gira en torno a los promesas recibidas.

Si alguien te dijera que extendieras la mano para darte un cheque de un millón de dólares y lo hicieras recibiendo esa cantidad ¿implicaría que te lo has ganado?, para nada, sólo cumpliste lo que se te pedía para recibir ese regalo. ¿Y si luego tiraras ese cheque?, obvio que perderías la cantidad regalada.  Pues de igual forma aplica para la salvación: esta es un regalo de Dios para todos aquellos elegidos que acepten el sacrificio redentor de nuestro Señor Jesús, pero de igual forma se espera de nosotros ese “estirar la mano” para recibirlo, que no ganarlo ni mucho menos merecerlo, y en ese mismo orden de ideas es requisito no tirar el cheque de ese regalo para poder, a la venida de Cristo, si somos considerados dignos, canjearlo por las promesas.

Las promesas que el Padre ha puesto en nuestro corazón deben motivarnos a andar el Camino, buscando dar frutos de perfección y santidad, sabiendo y reconociendo la dádiva que por su infinita misericordia y eterno amor hemos recibido por medio del sacrificio redentor de Su Hijo y buscando en contraparte cumplir su voluntad, después de todo para lograr sueños... ¡lo primero es tenerlos!


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor


Referencias:
Romanos 6:23; Mateo 25:46; Juan 4:36; Efesios 2:19; Efesios 2:12; Filipenses 3:20; 1 Tesalonicenses 4:13; Hebreos 11:1, 2 Corintios 4:18; 6; Lucas 13:24; Mateo 7:13; Efesios 2:8-9; Hechos 15:11; Romanos 3:24

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