El Camino al que uno ha sido llamado como parte
de la salvación ofrecida por el Padre a través de Su Hijo Jesucristo, rara vez
es fácil para el cristiano ya que no sólo está expuesto a las contrariedades
propias de la vida mundana sino que a eso se le aúna el sufrimiento que deviene
por la tribulación que con base en la fe se experimenta, ¿por qué tiene que ser
así esto?, ¿acaso Dios no está con quienes han respondido a Su llamado?
Las preguntas anteriores, más que ser catalogadas
de heréticas, deben ser consideradas con comprensión pues nuestra propia
naturaleza no sólo no entiende el por qué el llamado a salvación debe padecer
sino que incluso se rebela ante el sufrimiento por ello experimentado.
La Escritura nos muestra que lo anterior es una
característica que podemos encontrar en todos los hombres y mujeres de Dios
quienes en algún momento dado se preguntan por qué. Job en su momento se quejó
amargamente ante Dios, sobre todo porque él se consideraba alguien que estaba
haciendo todo lo que estuviera a su alcance para ser justo ante los ojos de
Dios.
Y ese es precisamente el problema del sufrimiento
que experimentamos: no lo entendemos, pero si partimos de la premisa de que el
mismo está cumpliendo en nosotros una obra pensada por Dios, ¿podremos entender
a cabalidad ello?, para eso necesitaríamos casi casi ser como Dios para entender
Sus pensamientos, lo cual es imposible. De hecho Dios mismo interpela a Job
cuestionando sobre la creación, preguntas a las que Job no puede responder evidenciando así lo fútil
de pretender entender a Dios como si uno estuviera a su mismo nivel.
Jeremías de una manera alegórica, comparando a
Dios con un alfarero que moldea, cambia, da forma al barro y si no queda
conforme rompe la vasija hecha para rehacerla, presenta la pregunta retórica de
que si dirá el barro al alfarero ¿qué
haces?
Pero con todo y todo Dios no es un tirano que
escudándose en su majestad nos oculte lo que hace, sino que en Su infinita
misericordia y eterno amor nos permite atisbar las intenciones que subyacen
detrás de todo lo que nos acontece.
Pablo escribiendo a los Gálatas señala que respecto
a esto lo que está sucediendo en nosotros es que el Padre mismo está formando
en cada uno a Cristo mismo, escribiendo a los Romanos les señala que en ese
sentido para los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, a saber, a
los que conforme al propósito son llamados, y en su segunda carta a los
Corintios señala que lo anterior produce que vayamos siendo transformados de
gloria en gloria en la misma imagen de Cristo.
Entonces, ¿cuál debe ser la actitud del cristiano
ante los sufrimientos, las tribulaciones?, ¿callarse, ocultar la cabeza como el
avestruz sin cuestionar nada? La Escritura no nos dice eso, pero si debemos
mantener una actitud correcta sin pretender exigir respuestas a Dios ni mucho
menos pretender que podemos llegar a entender todas su razones, pero de
igualmente, y concluyendo con el mismo Job., preguntar a Dios ¿qué deseas,
Padre, aprenda de esto?, después de todo si las metas valiosas pudieran
obtenerse con un esfuerzo mínimo, no sucedería el milagro de forjar nuestro
carácter.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Job 16:1-22; 38:1-41; Isaías 55:9; Jeremías
18:1-23; Gálatas 4:19; Efesios 4:13; Romanos 8:28; Efesios 1:11; 1 Pedro 1:7,8;
Hebreos 12:6-12; 2 Corintios 3:16-18; Job 42:4
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