El mundo actual, enfocado en sí mismo, nos
bombardea constantemente con mensajes que si bien pueden oírse agradables no
por ello son del todo verdaderos, uno de estos mensajes, tal vez el más difícil
de identificar como ajeno a la Escritura, es aquel que nos hace independientes
de Dios para lograr nuestras metas, sueños y objetivos.
Si de liderazgo, emprendedurismo y motivación
hablamos, la mayoría de los mensajes en ese sentido giran en torno a “tú puedes”,
“propóntelo y lo lograras”, “en tus manos está tu futuro”, y demás por el
estilo que excluyen totalmente nuestra real, clara y objetiva dependencia que
tenemos de nuestro creador.
Por el contrario, la Escritura nos dice que sólo
Dios, a través de Cristo, puede vigorizar nuestro corazón, acrecentarnos cuando
débil estamos, darnos descanso, darnos un espíritu de poder, de amor y de
dominio propio, acudir a ayudarnos, para así lograr todo lo que conforme a Su
voluntad nos propongamos.
Desafortunadamente nuestra naturaleza es
contraria a la voluntad de Dios, no se sujeta a Su Ley, y es más ¡ni siquiera
puede!, así que siguiendo el camino de nuestros primeros padres en muchas
ocasiones se prefiere seguir los propios razonamientos sin saber que el camino
que a uno le parece recto puede tener fin de muerte.
Esto no quiere decir que en cuestión de liderazgo,
emprendedurismo y motivación, no podamos establecer metas, sueños y objetivos, incluso
materiales y temporales, pero en el mismo orden de ideas de lo que se ha venido
expresando, estos sueños, metas y objetivos deben estar acorde a la voluntad de
Dios y priorizados respecto de lo que en realidad vale la pena.
Cristo nos exhortaba a permanecer en Él, ese
permanecer implica el luchar por alcanzar nuestros sueños, metas y objetivos
materiales y temporales pero mayormente los espirituales y eternos, esto último
a través de buscar primero el Reino de Dios y su justicia. De hecho esto último
debería estar en primer lugar en cuanto a nuestros sueños, metas y objetivos.
Ser fuertes y valientes, no temer ni acobardarse,
es un exhorto constante en la Escritura, ¿fuerte y valiente para qué?, para ir
en pos de los sueños, metas y objetivos que nos hemos fijado, conforme a la
voluntad del Padre y poniendo los mismos en su justo orden de prioridad; ¿no temer ni acobardarse ante qué? ante los
retos y obstáculos que en el camino a lograr lo anterior nos enfrentemos.
Estamos llamados a reflejar la imagen de Cristo,
con eso en mente debemos trabajar sin desfallecer para alcanzar esto, no de
manera independiente de Dios, sino sabiendo que Él trabaja en nosotros,
conforme a Su voluntad, para SU mayor gloria y para nuestro bien, así que está
comprobado: Tus pensamientos pueden hacerse
realidad... ¡siempre y cuando pongas acción en ello!
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Salmos 73:26; Isaías 40:29; Mateo 11:28; 2
Timoteo 1:7; Romanos 8:26; Filipenses 4:13; Romanos 8:7; Proverbios 16:25; Juan
15:7; Mateo 6:33; Josué 1:9; 2 Corintios 3:18; Gálatas 4:19; Efesios 4:13; Marcos
12:25; Filipenses 1:6
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