martes, 25 de diciembre de 2018

Tus metas son alcanzables; veras: extiende tu mano a ellas, ¿ves cómo es que ya están más cerca?



Aunque en la mente del recién convertido la posibilidad de caer en el nuevo camino pueda antojarse casi como imposible, la misma Escritura nos indica que mientras militamos en esta carne las caídas de los elegidos, fieles y justos, están al orden del día.

Esto puede parecer desmoralizante pero sólo es así cuando uno deja de lado las promesas del Padre que no sólo señalan hacia Su trabajar en nosotros para desarrollar Su carácter sino que nos ha proveído, no sólo de un rescate por nuestros pecados a través del sacrificio redentor de nuestro Señor Jesus, sino que a través de Él ha establecido el medio para la intercesión ante nuestras caídas.

La diferencia entre las caídas del justo y las del que es del mundo, es que el primero, el justo,  no las procura, es más, le duele cuando cae, mientras que el segundo, no solo las procura, sino que las disfruta. Es por eso que el primero puede caer siete veces pero las siete veces se levanta.

Pablo señala esto al referirse a los santos como “perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos”. La expresión “derribados, pero no destruidos” implica, si, caer, pero no quedar derrotados en el suelo sino, como la misma Escritura señala, ser levantados por la misma mano del Señor.

Ahora bien, esta infinita misericordia del Padre no debe ser considerada como una libertad para pecar, Pablo es muy claro en esto al preguntarse y responderse “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”

Ahora bien, el justo al caer es dolido, eso está bien pues ese dolor produce arrepentimiento, y ese arrepentimiento nos lleva a confesar nuestros pecados y obtener así del Padre, por mediación de nuestro Señor Jesucristo, el perdón de las faltas cometidas.

Pero “si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios”. Aquí voluntariamente se refiere a una forma reiterada de hacer el mal, algo que ya forma parte de nuestra conducta habitual la cual procuramos y en la cual nos regocijamos.

De nuevo: si bien el dolor por las caídas es bueno pues nos lleva a arrepentimiento, nuestra mirada no debe quedarse fijada en eso sino en las promesas que se nos han hecho, como Pablo dice “olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante”, es así como tus metas son alcanzables; veras: extiende tu mano a ellas, ¿ves cómo es que ya están más cerca?


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor




Referencias:
Proverbios 24:16; 2 Corintios 4:9; Salmos 37:24; Romanos 6:1-2; 2 Corintios 7:10; 1 Juan 1:10; Hebreos 10:23-29, 35-39; Filipenses 3:13; Hebreos 6:1

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