martes, 4 de diciembre de 2018

Si ves a un triunfador, verás una persona que se ha levantado tantas veces como se ha caído, y sigue de pie



Generalmente cuando se oye hablar de personajes bíblicos como Noé, Abraham, Moisés o David, entre otros, uno tiende a idealizarlos como sin error alguno poniéndolos casi casi fuera del alcance de nuestra comprensión su vida misma.

Dado que toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, si uno lee en ella la vida de todos los personajes bíblicos, incluso de aquellos que podríamos llamar ejemplares, podrá darse cuenta que eran gente como nosotros, con defectos y virtudes, con debilidades y fortalezas, pero con un deseo de responder al llamado que Dios había hecho en su vida.

Cuando uno tropieza en esta vida, cuando uno cae, tiende a ser sumamente estricto con uno mismo al grado, en ocasiones, de verse y considerarse indigno del llamamiento del que uno ha sido objeto, contrariamente a este pensamiento la Escritura nos dice que Dios no ha escogido ni a lo sabio, ni a lo fuerte, ni a lo estimable de este mundo, sino que escogió a lo necio, a lo débil, a lo vil, para que nadie pueda jactarse en su presencia.

Si tú, como yo, te consideras dentro de los elegidos como parte de este segundo grupo, entiende que sólo los llamados que sean elegidos, y los elegidos que sean fieles, son los que llegando al final de la carrera obtendrán la corona que Dios mismo ha prometido.

Pero volviendo a las ideas iniciales, ¿un justo nunca tropieza, un justo nunca cae? Si pensamos eso vamos contra la Escritura pues la misma señala que no una, ni dos, ni tres veces cae el justo sino incluso siete, pero la diferencia con el pecador es que el justo se levanta esa misma cantidad de veces que cae.

De igual forma, Juan haciendo eco de esto, en su primer carta deja claro que si bien los consejos dados por la Escritura son con el fin de que nos mantengamos en perfección y santidad, si llegamos a pecar –con lo cual reconoce que incluso los llamados, los elegidos  y los fieles pueden pecar- señala que Cristo, nuestra propiciación, actúa como nuestro abogado ante el Padre para obtenernos perdón.

El claro entendimiento de esto permite quitar del cristiano una carga imposible de llevar: la de su misma imperfección, pero de igual forma debe verse desde la correcta perspectiva pues lo anterior, como señala de igual forma la Escritura, no implica una licencia para seguir pecando. Como Pablo señala al escribir a los Romanos  “¿Qué concluiremos? ¿Qué vamos a persistir en el pecado, para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?”

Cuando leamos sobre los grandes héroes de la Biblia fijémonos que como nosotros, a pesar de que todo tenían en contra, estaba a su favor algo mayor: Dios, de esta forma si ves a un triunfador, verás una persona que se ha levantado tantas veces como se ha caído, y sigue de pie.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor




Referencias:
2 Timoteo 3:16-17; 1 Corintios 1:27-31; Revelación 17:14; 1 Corintios 9:24; 2 Timoteo 4:8; Proverbios 24:16; Romanos 6:1-2; Romanos 8:31

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