miércoles, 7 de noviembre de 2018

Solo un trabajo honesto es productivo, solo un servicio solidario es fructífero, y solo una calidad que exceda lo esperado es justa



Cuando uno habla de la vida cristiana, generalmente se viene a la mente un contexto espiritual casi casi desvinculado del devenir de este mundo, pero una realidad patente es que el cristiano sigue aquí y que debe, entre otras cosas, afanarse por cubrir sus necesidades, claro, sin perder la prioridad en sus metas.

Considerando esto, uno no puede ver la vida material separada de la vida espiritual, ya que como un todo, ambas deben avanzar por el mismo camino al cual Dios nos ha llamado.

El cristiano sabe que incluso sus proyectos temporales deben ser puestos en manos del Señor para que se cumplan conforme a Su voluntad, de igual forma sabe que su labor debe desarrollarla de buena gana pues finalmente uno no dará cuenta al mundo de sus actos sino a Dios mismo.

Este trabajar la Escritura lo define como diligente señalando que el mismo trae bendiciones a quien lo hace con amor. Sobre esto último, es curioso como Pablo señala que todo debe hacerse con amor, no sólo las cuestiones de la iglesia o las que podríamos denominar espirituales, sino todo.

Para mayor énfasis en lo anterior, y para tener las cosas en una correcta perspectiva, la Escritura nos insta a hacer todo –de nuevo: todo- en el nombre del Señor Jesús dando gracias a Dios por medio de Él.

Estos afanes necesarios para cubrir nuestras necesidades temporales, deben poner en primer lugar a Dios y saber, confiadamente, que es Él quien finalmente suplirá lo que incluso materialmente necesitemos y que nos permitirá disfrutar de ello.

Ahora bien, si bien el trabajo es algo que el cristiano sabe como parte integral de su vida, ante esto siempre debe tener en su mente un correcto orden de prioridades. Nuestro Señor Jesús nos insta en la Escritura a ver las aves del cielo que sin tanta preocupación son alimentadas por nuestro Padre Dios, y nos pone delante la premisa de que nosotros somos de mayor valor, por lo que debemos esperar mayor cuidado de Dios para con nosotros en cuanto a nuestras necesidades, para en ese orden de ideas, buscar primero el reino de Dios y su justicia.

El cristiano no es alguien indolente que con desidia espera el Reino de Dios sino alguien que busca en perfección y santidad trabajar para suplir sus necesidades temporales con una correcta perspectiva del orden de las prioridades pues extranjeros y peregrinos somos de este mundo y entiende, de esta forma, que solo un trabajo honesto es productivo, solo un servicio solidario es fructífero, y solo una calidad que exceda lo esperado es justa.



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor



Referencias:
Proverbios 16:3; Colosenses 3:23-24; Proverbios 12:24, 10:22; 1 Corintios 16:14; Colosenses 3:17; 2 Corintios 9:8; Eclesiastés 3:12-13; Mateo 6:26; Mateo 6:33; 1  Pedro 2:12

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