El
ser humano por naturaleza es alguien desesperado, parece como si supiera que
tiene poco tiempo en esta tierra y quiere todo rápido. Esta actitud en el
creyente puede ser muy dañina para su proceso espiritual pues el mismo lleva
algo de tiempo.
Job,
por ejemplo, se quejaba de que la vida humana era muy corta y cargada de
amarguras, David también señalaba lo corto de la vida y cómo es que ésta estaba
sujeta a vanidad. Haciendo eco de esto Salomón hablaba de los días del hombre como
penosos y cargados de dolor ¡incluso señalaba que ni de noche descansa nuestro
corazón!
Dado
que Dios mismo ha dicho que tiene planes de bienestar y no de calamidad, para darnos
un futuro y una esperanza, al no ver esto realizado en lo que va de la historia
de la humanidad la desazón, la desesperanza, pueden hacer veamos sus promesas como
tardadas.
Si
uno se fija en esto puede ver como muy dilatado el cumplimiento de las promesas
de Dios. Pedro se quejaba de algunos que viendo esto se jactaban del
incumplimiento de las promesas de Dios, pero también aclara que Dios tiene Sus
tiempos y en estos existe la consideración para que todos vengan a salvación.
El
dolor es algo inherente a la vida humana, pero Dios incluso a través de él está
obrando una obra gloriosa en nosotros. La Escritura nos presenta como granos de
trigo que, al igual que nuestro Señor Jesús, debemos morir para dar vida.
Siguiendo este símil Isaías señala como es que de la misma forma el grano de trigo
no se tritura para siempre, Dios ha puesto un límite a este siglo y su vanidad
estando cada vez más cerca el cumplimiento pleno de lo prometido.
De
igual forma la Escritura reconoce el estado actual de las cosas, donde la
tristeza y el desazón permea nuestra vida, pero esperanzadoramente nos permite vislumbrar
ese estado futuro de gloria plena al señalar que si bien con lágrimas iniciamos
nuestro andar llevando la semilla de la siembra con gritos de alegría traeremos
nuestras gavillas.
De
los personajes mencionados al inicio, al final Job reconoció que hablaba lo que no entendía y
le pidió a Dios que por lo tanto Él le enseñase. David aceptó que es la Verdad Divina
la que guía nuestro andar y le pidió a Dios que le mostrara Sus caminos, Sus
senderos. Y Salomón admitió que todo puede resumirse en temer a Dios y guardar
Sus mandamientos.
Para avanzar hacia las promesas dadas debemos
estirarnos hacia ellas, como Pablo decía, en vez de estar volteando hacia lo
que va quedando atrás, después de todo, como dice en algunos espejos
retrovisores de autos: "las cosas están más cerca de lo que parecen"
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Job 14:1; Salmos 89:47; Eclesiastés 2:23; Jeremías
29:11; 2 Pedro 3:3-9; Salmos 126:6; Job 42:1-4; Samos 25:4-5; Eclesiastés 12:13;
Filipenses 3:13
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