miércoles, 17 de octubre de 2018

Como dice en algunos espejos retrovisores de autos: "las cosas están más cerca de lo que parecen"



El ser humano por naturaleza es alguien desesperado, parece como si supiera que tiene poco tiempo en esta tierra y quiere todo rápido. Esta actitud en el creyente puede ser muy dañina para su proceso espiritual pues el mismo lleva algo de tiempo.

Job, por ejemplo, se quejaba de que la vida humana era muy corta y cargada de amarguras, David también señalaba lo corto de la vida y cómo es que ésta estaba sujeta a vanidad. Haciendo eco de esto Salomón hablaba de los días del hombre como penosos y cargados de dolor ¡incluso señalaba que ni de noche descansa nuestro corazón!

Dado que Dios mismo ha dicho que tiene planes de bienestar y no de calamidad, para darnos un futuro y una esperanza, al no ver esto realizado en lo que va de la historia de la humanidad la desazón, la desesperanza, pueden hacer veamos sus promesas como tardadas.

Si uno se fija en esto puede ver como muy dilatado el cumplimiento de las promesas de Dios. Pedro se quejaba de algunos que viendo esto se jactaban del incumplimiento de las promesas de Dios, pero también aclara que Dios tiene Sus tiempos y en estos existe la consideración para que todos vengan a salvación.

El dolor es algo inherente a la vida humana, pero Dios incluso a través de él está obrando una obra gloriosa en nosotros. La Escritura nos presenta como granos de trigo que, al igual que nuestro Señor Jesús, debemos morir para dar vida. Siguiendo este símil Isaías señala como es que de la misma forma el grano de trigo no se tritura para siempre, Dios ha puesto un límite a este siglo y su vanidad estando cada vez más cerca el cumplimiento pleno de lo prometido.

De igual forma la Escritura reconoce el estado actual de las cosas, donde la tristeza y el desazón permea nuestra vida,  pero esperanzadoramente nos permite vislumbrar ese estado futuro de gloria plena al señalar que si bien con lágrimas iniciamos nuestro andar llevando la semilla de la siembra con gritos de alegría traeremos nuestras gavillas.

De los personajes mencionados al inicio, al final Job reconoció que  hablaba lo que no entendía y le pidió a Dios que por lo tanto Él le enseñase. David aceptó que es la Verdad Divina la que guía nuestro andar y le pidió a Dios que le mostrara Sus caminos, Sus senderos. Y Salomón admitió que todo puede resumirse en temer a Dios y guardar Sus mandamientos.

Para avanzar hacia las promesas dadas debemos estirarnos hacia ellas, como Pablo decía, en vez de estar volteando hacia lo que va quedando atrás, después de todo, como dice en algunos espejos retrovisores de autos: "las cosas están más cerca de lo que parecen"



Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor



Referencias:
Job 14:1; Salmos 89:47; Eclesiastés 2:23; Jeremías 29:11; 2 Pedro 3:3-9; Salmos 126:6; Job 42:1-4; Samos 25:4-5; Eclesiastés 12:13; Filipenses 3:13

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