martes, 25 de junio de 2024

El 99% del éxito consiste en intentarlo, intentarlo, intentarlo e intentarlo

 


La vida cristiana es como una carrera. Pablo usaba ese símil cuando señalaba “¿no sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible”.

 

En ese sentido, y usando ese mismo símil, hay que tener muy en claro que nuestra carrera como cristianos no termina cuando nos bautizamos, sino que apenas empieza.

 

Lo anterior pareciera ser muy lógico, pero hay quienes una vez bautizados creen que ya lograron lo que deberían haber alcanzado por lo que todo esfuerzo posterior es innecesario y todo tropiezo o caída es incompresible.

 

El mismo Pablo dejaba claro lo dicho en contraposición con esto último cuando señalaba “no que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.  Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,  prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.

 

“¿Y qué de los tropiezos, las caídas?” -podrás decir,  te pregunto ¿no puede –como posibilidad, no como permisividad- haber tropiezos y caídas cuando uno participa en una carrera? Juan sabía que sí, por eso en su primera carta señala “hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”.

 

Y sobre esto de los tropiezos y caídas posibles cuando se participa en una carrera, ¿quién tiene más mérito: el que nunca tropezó o el que tropezando y cayendo se levantó, siguió avanzando y alcanzó la meta?

 

La constancia en nuestro andar por el Camino implica no darnos por vencido cuando tropezamos o caemos sino que levantándonos, poniéndonos a cuentas con Dios, continuemos nuestro andar a las promesas que se nos han dado, después de todo el 99% del éxito consiste en intentarlo, intentarlo, intentarlo e intentarlo.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx



Referencias:

1 Corintios 9:24-27; Eclesiastés 9:11;  Filipenses 3:12-14; 1 Corintios 13:9-12; 1 Juan 2:1; Gálatas 4:19


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