La vida cristiana es como una carrera. Pablo
usaba ese símil cuando señalaba “¿no
sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno
solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para
recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible”.
En ese sentido, y usando ese mismo símil, hay
que tener muy en claro que nuestra carrera como cristianos no termina cuando
nos bautizamos, sino que apenas empieza.
Lo anterior pareciera ser muy lógico, pero
hay quienes una vez bautizados creen que ya lograron lo que deberían haber
alcanzado por lo que todo esfuerzo posterior es innecesario y todo tropiezo o
caída es incompresible.
El mismo Pablo dejaba claro lo dicho en
contraposición con esto último cuando señalaba “no que
lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si
logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya
alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante, prosigo
a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.
“¿Y qué de los tropiezos, las caídas?”
-podrás decir, te pregunto ¿no puede
–como posibilidad, no como permisividad- haber tropiezos y caídas cuando uno
participa en una carrera? Juan sabía que sí, por eso en su primera carta señala
“hijitos
míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado,
abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”.
Y sobre esto de los tropiezos y caídas
posibles cuando se participa en una carrera, ¿quién tiene más mérito: el que
nunca tropezó o el que tropezando y cayendo se levantó, siguió avanzando y
alcanzó la meta?
La constancia en nuestro andar por el Camino
implica no darnos por vencido cuando tropezamos o caemos sino que
levantándonos, poniéndonos a cuentas con Dios, continuemos nuestro andar a las
promesas que se nos han dado, después de todo el 99% del éxito consiste en
intentarlo, intentarlo, intentarlo e intentarlo.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
1 Corintios 9:24-27; Eclesiastés 9:11; Filipenses 3:12-14; 1 Corintios 13:9-12; 1
Juan 2:1; Gálatas 4:19