martes, 20 de febrero de 2024

Recuerda que son tus pasos y los de nadie más los que te han traído a donde estas y los que te llevarán a donde desees

 


Después de la vida y de la conciencia, la característica que nos ha dado Dios para definirnos como humano es el de la libertad.

 

Desde el origen Dios dotó al ser humano de libertad, de no ser así nuestros primeros padres no hubieran podido decidir entre obedecer a Dios o seguir sus propios razonamientos. Ya sabemos el resultado de ello.

 

Pero de igual forma Dios, respetando esa libertad, no nos obliga a escoger la vida, simplemente nos invita, incluso con vehemencia, a ello dejando la decisión en nosotros: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia”.

 

Esa decisión conlleva bendición, si es que se obedece a Dios, o maldición, si se le es rebelde: “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra […] Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán”.

 

Jesús, emulando al Padre, de igual forma deja en cada uno la decisión de salvarse o perderse: “Y les dijo [Jesús]: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado”.

 

De igual forma, como se dijo anteriormente, esa decisión conlleva bendición, si es que se obedece a Dios, o maldición, si se le es rebelde: “El que cree en Él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”.

 

Volteemos a ver el estado del mundo y también el de nuestra propia vida. Reflexionando sobre lo anteriormente dicho, ¿podemos ver como es que han sido nuestras acciones las que nos han llevado a situaciones de dolor, tristeza y en ocasiones incluso muerte?, pero de igual forma, en cuanto al llamamiento, son nuestras acciones las que pueden revertir lo anterior si es que aceptamos someternos a Dios.

 

Ante esto resuena el llamado hecho por Pablo a los hebreos: “Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio, entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación”.

 

Nuestras malas decisiones, tanto conjuntas como humanidad como particulares como individuos, han ocasionado que las maldiciones de alejarnos de Dios hubieren recaído sobre todos, pero de igual forma en nosotros está el regresar al Padre arrepentidos para alcanzar salvación y, si nos mantenemos fieles hasta el final, las promesas, después de todo recuerda que son tus pasos y los de nadie más los que te han traído a donde estas y los que te llevarán a donde desees.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Referencias:

Deuteronomio 30:19; Jeremías 21:8; Deuteronomio 28: 1, 15; Marcos 16:15-16; Juan 3:18; Hebreos 3:12-15;

 


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