Uno esperaría que la vida de los elegidos
fuera de triunfo en triunfo, después de todo Pablo señala en su segunda carta a
los de Corinto “porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del
Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta
como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria
en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”.
Pero ese mismo Pablo, más delante, da una
descripción de su vida, ya como cristiano, que dista mucho, desde el punto de
vista natural, de una vida de triunfo en triunfo: “Tres veces he sido azotado
con varas; una vez he sido apedreado; tres veces he padecido naufragio; una
noche y un día he estado como náufrago en alta mar. Son muchas las veces que he
estado de viaje corriendo peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de
mi propia gente, peligros de los no judíos, peligros en la ciudad, peligros en
el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos. He pasado por
muchos trabajos y fatigas; muchas veces me he quedado sin dormir; he sufrido de
hambre y de sed; muchas veces no he comido, y he pasado frío y desnudez”.
Si cuando escuchamos el llamado del Padre
para venir a salvación, tal vez por medio de una prédica, tal vez por medio de
un sermón, tal vez por medio de un estudio, nos hubieran dicho que lo que nos
esperaba, antes que ir de triunfo en triunfo, era lo que anteriormente Pablo relata,
¿cuántos de nosotros hubiéramos aceptado?
Una cosa es saber que como cristianos
tendremos tribulaciones, pero otra muy distinta padecerlas, con todo y todo,
aquello nunca se nos ocultó, las palabras de nuestro Señor, “en el mundo
tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” resuenan en cada uno
cada vez que pretendemos con un “no sabía que esto me depararía ser cristiano”
quiere salir como excusa de nosotros.
El primer capítulo de Josué es muy
significativo ya que es cuando éste, tomando el liderazgo del pueblo de Israel,
lo va a introducir en la tierra prometida, y ¿sabes?, en ese capítulo, no una,
ni dos, sino tres veces Dios le dice a Josué que se esfuerce y que sea valiente.
Entendamos esto: Dios nos introducirá en la
tierra prometida, el reino venidero, lo cual para nosotros sería imposible,
pero ahorita nos pide nos esforcemos y seamos valientes, lo cual para nosotros
es posible; de esta forma Dios nos pide hagamos, con todas nuestras fuerzas, lo
que podemos hacer que Él hará, con toda su omnipotencia, lo que no podamos
hacer, después de todo ganar a veces es cuestión ajena a uno, pero intentarlo
poniendo todo en ello es cuestión de voluntad.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
2
Corintios 3:17-18; Romanos 8:29; 2 Corintios 11:25-27; Hebreos 11: 1-40; Juan
16:33; Hechos 14:22; Josué 1:6,7,9; 1 Corintios 16:13
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