La historia escritural de aquellos que yendo
a Emaús se encontraron con Jesús resucitado quien les explicó la Palabra,
termina, una vez que Jesús los deja, con “y se dijeron el uno al otro: ¿No
ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino,
cuando nos abría las Escrituras?”
Todos los elegidos que hemos respondido al
llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo sabemos a qué
se refiere esa expresión pues, cuando por fin nos encontramos cara a cara con
la Verdad, nuestro corazón ardió tanto que nos llevó a arrepentirnos,
bautizarnos y recibir el Espíritu de Dios.
Tan así fue en ese entonces que, al igual que
Pablo en su momento, de igual forma nosotros podríamos haber dicho “y
ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del
conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y
lo tengo por basura, para ganar a Cristo”.
Quien tiene un sueño que lo consume es capaz
de dejar todo por alcanzarlo, Pablo señaló esto cuando escribió diciendo “todo
aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una
corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible”.
Ese sueño –no en el sentido onírico de la
palabra sino referido a aquello que en nuestro andar por el Camino deseamos
alcanzar-, es lo que nos motiva precisamente a levantarnos de cada caída que
experimentemos y, más aún, a seguir hacia las promesas dadas.
Lo anterior no está exento de sacrificios,
pero como Pablo de igual forma lo señaló, “tengo por cierto que las aflicciones
del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros
ha de manifestarse”.
Recordando ese fuego que ardió en nuestro
corazón cuando el Padre nos llamó a salvación, es lo que debemos tener en mente
para continuar día con día nuestro andar a las promesas que se nos han dado,
levantándonos de cada caída y sacrificando todo lo que se tenga que sacrificar pues
las promesas exceden cualquier sacrificio que hagamos, en pocas palabras, una
prueba sencilla: si un sueño te ilusiona, es tuyo. ¡Ve por él!
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Lucas
24:32; Salmos 39:3; Filipenses 3:8; 2 Pedro 1:3; 1 Corintios 9:25; Santiago
1:12; Romanos 8:18; 1 Pedro 4:13
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