martes, 12 de septiembre de 2023

Una prueba sencilla: si un sueño te ilusiona, es tuyo. ¡Ve por él!

 


La historia escritural de aquellos que yendo a Emaús se encontraron con Jesús resucitado quien les explicó la Palabra, termina, una vez que Jesús los deja, con “y se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras?”

 

Todos los elegidos que hemos respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo sabemos a qué se refiere esa expresión pues, cuando por fin nos encontramos cara a cara con la Verdad, nuestro corazón ardió tanto que nos llevó a arrepentirnos, bautizarnos y recibir el Espíritu de Dios.

 

Tan así fue en ese entonces que, al igual que Pablo en su momento, de igual forma nosotros podríamos haber dicho “y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”.

 

Quien tiene un sueño que lo consume es capaz de dejar todo por alcanzarlo, Pablo señaló esto cuando escribió diciendo “todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible”.

 

Ese sueño –no en el sentido onírico de la palabra sino referido a aquello que en nuestro andar por el Camino deseamos alcanzar-, es lo que nos motiva precisamente a levantarnos de cada caída que experimentemos y, más aún, a seguir hacia las promesas dadas.

 

Lo anterior no está exento de sacrificios, pero como Pablo de igual forma lo señaló, “tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”.

 

Recordando ese fuego que ardió en nuestro corazón cuando el Padre nos llamó a salvación, es lo que debemos tener en mente para continuar día con día nuestro andar a las promesas que se nos han dado, levantándonos de cada caída y sacrificando todo lo que se tenga que sacrificar pues las promesas exceden cualquier sacrificio que hagamos, en pocas palabras, una prueba sencilla: si un sueño te ilusiona, es tuyo. ¡Ve por él!

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Referencias:

Lucas 24:32; Salmos 39:3; Filipenses 3:8; 2 Pedro 1:3; 1 Corintios 9:25; Santiago 1:12; Romanos 8:18; 1 Pedro 4:13


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