En su momento Pablo, escribiendo a los de Filipo, les
dijo “no lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme,
cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia;
en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener
hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad”. Vuelve sobre lo
anterior y preguntante si como Pablo puedes decir “he aprendido a contentarme,
cualquiera que sea mi situación”.
No puede negarse que la vida es pesada, más aún para el
elegido ya que no solo se enfrenta a las adversidades propias del presente
siglo sino a la tribulación que el Enemigo, el Mundo y la Carne infligen en
nuestro andar por el Camino.
Sobre este mismo Pablo, en su segunda carta a los de
Corinto les dice “tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres
veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta
mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones,
peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad,
peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en
trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en
frío y en desnudez”. De nueva cuenta recordemos lo anteriormente dicho por él
mismo: “he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”.
Ante esto no podemos menos que preguntarnos cuál sería el
secreto de Pablo para mostrar ese buen ánimo a pesar de todo lo que enfrentaba.
La respuesta nos la da Pedro en su primera carta cuando dice “Humillaos, pues,
bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;
echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”.
Ese es el secreto: Confiar en Dios, no en nosotros –lo cual de por si es una
humillación para nuestra carne-, poniéndonos bajo su resguardo sabiendo, como
dice la misma Palabra, “…que Dios obra en toda situación para el bien de los
que lo aman, los que han sido llamados por Dios de acuerdo a su propósito”.
Todo lo anterior lo resume Pablo, providencialmente
inmediatamente después de la cita vista inicialmente, cuando señala “todo lo
puedo en Cristo que me fortalece”.
Vuelve sobre lo anteriormente dicho: “todo lo puedo en
Cristo que me fortalece”. ¿Te das cuenta?, no dice “algo puedo en Cristo que me
fortalece”, o “mucho puedo en Cristo que me fortalece”, sino “todo lo puedo en
Cristo que me fortalece”. Entiende bien eso: “Todo”.
El elegido, en su andar por el Camino a las promesas que
ha recibido sin duda enfrentará adversidades, tribulaciones, pero sabe que solo
no va y que Quien lo acompaña puede incluso con aquello que uno se le haga
imposible, así que ya lo sabes: ¿Dices que la vida es pesada?,
pues no la cargues, ¡vívela!
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Filipenses
4:11-12; 1 Timoteo 6:8; 2 Corintios 11:25-27; Hebreos 11:37; 1 Pedro 5:6-7; Mateo
23:12; Romanos 8:28; 2 Corintios 4:15; Filipenses 4:13; Colosenses 1:11
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