martes, 18 de julio de 2023

El futuro es un camino de una sola vía, solo que tú decides si gateas, caminas o vuelas por él

 


Si bien es cierto que, desde que los elegidos hemos respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo hemos comenzado a tener las promesas que se nos ha otorgado, ¿si te das cuenta que la plenitud de las mismas se encuentra en el futuro?

 

Juan, sobre esto, en su primera carta señala, “amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”. Así, es claro que, si bien ya somos hijos de Dios, la plenitud de la promesa está aún para realizarse en el futuro.

 

Ese futuro está por delante y solo llegaremos a él andando por el Camino que nos conduce a la plenitud de las promesas. Sobre esto, Pablo escribiendo a los de Filipo les dice “hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.

 

Fíjate cómo es que Pablo reconoce que aún no ha alcanzado aquello que le fue prometido, misma situación que nosotros, pero también fíjate cómo es que señala que él no se fija en lo que queda atrás, sino que, por el contrario, se extiende a lo que está adelante.

 

Y, ¿qué es lo que queda atrás?, nuestros tropiezos, nuestras caídas en el andar por el Camino a las promesas dadas, vaya: nuestros pecados. Pero, sobre esto, hay quienes se quedan rumiando esos tropiezos, esas caídas, considerándose indignos del llamamiento, sintiendo pena y vergüenza, dudando si alcanzarán lo prometido.

 

Esto último no es sino acechanzas del Enemigo, el Mundo o la Carne, quienes quieren que el desánimo impere en nuestro corazón hasta hacernos desfallecer tirando por la borda el llamamiento y, entonces sí, no alcanzando lo prometido.

 

El dolor, la vergüenza que se siente al tropear, al caer, deben movernos a arrepentimiento, como Juan escribe en su primera carta, “hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”, pero una vez venidos en arrepentimiento al Padre, sabedores de su infinita misericordia y eterno amor, debemos seguir nuestro andar por el Camino con paso firme a las promesas dadas.

 

El elegido sabe que en su andar por el Camino a las promesas que se nos han dado habrá tropiezos, caídas, también sabe que la mejor actitud ante ello es el arrepentimiento, el levantarse y el volver a retomar ese andar, de otra forma, el rumiar el dolor y la vergüenza de esos tropiezos, esas caídas, solo nos hacen perder el tiempo, así que ya lo sabes, el futuro es un camino de una sola vía, solo que tú decides si gateas, caminas o vuelas por él.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Referencias:

1 Juan 3:2; Job 19:26; Salmos 17:15; Filipenses 3:13-14; Lucas 9:62; Hebreos 6:1; 1 Juan 2:1; Romanos 5:10; Hebreos 7:25


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