Desde el inicio de la historia de la humanidad, el
problema de la relación del hombre para con Dios es que en muchas ocasiones el
primero cree saber mejor que el segundo lo que debe hacerse, cómo debe hacerse,
cuándo debe hacerse, dónde debe hacerse, por qué debe hacerse y para qué debe
hacerse.
Dios le dice al hombre todo lo anterior esperando éste
escoja sabiamente, “a los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra
vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la
maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia”, más sin
embargo la historia humana muestra al hombre escogiendo lo que a él, no a Dios,
le parece mejor, con las consecuencias que todos conocemos.
Un ejemplo de lo anterior lo tenemos en el Rey Saúl. En
su momento Dios, por medio del Profeta Samuel, le dijo a Saúl “Ve, pues, y
hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a
hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos”,
pero ¿qué nos dice la Palabra que hizo el Rey Saúl? “Y Saúl y el pueblo
perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los
animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron
destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron”. Cuando el
Profeta Samuel le reclama este proceder a Saúl, ¿qué dice este? “… el pueblo
perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu
Dios, pero lo demás lo destruimos”, y ¿qué le responde el Profeta Samuel?, “¿se
complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a
las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y
el prestar atención que la grosura de los carneros”.
Todos en algún momento dado hemos sido como el Rey Saúl, creyendo
que, aunque Dios claramente nos ha dicho qué hacer y qué no hacer, nuestra
manera de ver las cosas es mejor y, por ende, hemos actuado en consecuencia, lo
cual quiere decir, en rebeldía.
Es natural que el hombre tenga en su mente una manera que
considera correcta de hacer las cosas, pero, como dice la Escritura, “engañoso
es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”, de
igual forma, el no comprender de momento el actuar de Dios no es razón para
desobedecerle pues Él mismo nos ha dicho “porque mis pensamientos no son
vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra,
así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que
vuestros pensamientos”.
¿Qué hacer?, confiar en Dios ya que nuestras soluciones imperfectas
no pueden compararse con las soluciones perfectas que devienen de Él ante todo
lo que enfrentamos, ya que, como dice la Palabra, “…nada hay imposible para
Dios”, así que deja todo en manos de Dios, después de todo “el que un problema
no tenga la solución que tú quieres no quiere decir que no tenga arreglo”.
Roberto Celaya
Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Deuteronomio
30:19; Jeremías 21:8; 1 Samuel 15:3, 9, 15, 22; Oseas 6:6; Jeremías 17:9; Mateo
15:19; Isaías 55:8-9; Salmos 33:11; Lucas 1:37; Jeremías 32:17
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