Dejarse
llevar por el viento, sobre todo para el elegido, no quiere decir permanecer en
una actitud indolente donde sin esfuerzo alguno uno sea llevado de aquí para
allá, Pablo escribiendo a los hebreos deja muy claro esto cuando les dice “y él
mismo [Jesús] constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos
para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta
que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a
un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para
que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de
doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las
artimañas del error”.
Eso
de que “ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de
doctrina”, apunta a lo dicho inicialmente en el sentido de no tener una actitud
indolente donde sin esfuerzo alguno uno sea llevado de aquí para allá, al
contrario, como Pablo claramente lo indica, uno debe esforzarse por “llegar a
la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a
la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños
fluctuantes”.
Piensa
en esto: ¿Has visto a aquellos que en un velero echados a la mar la surcan de
un punto a otro que desean ir?, ¿has visto como si bien usan el viento que se
les presenta ellos, con destreza, mueven las velas de una forma o de otra para
usar ese viento, venga de donde venga, venga como venga, a su favor?, pues lo
mismo es la vida cristiana.
Los
elegidos saben que en este mundo enfrentarán muchos vientos, algunos favorables
para la vida cristiana, otros no tanto y otros completamente desfavorables,
pero la verdadera destreza que da el Espíritu Santo en cada uno, permite que
cada viento que uno enfrente sea usado para ayudarnos a alcanzar las promesas
que se nos han dado.
Por
ejemplo, pensemos en vientos favorables, otros no tanto y otros completamente
adversos, ¿pueden usarse estos en favor de nuestro llamamiento?, claro que sí,
Pablo deja muy claro esto cuando escribiendo a los de Roma les dice “bendecid a
los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan;
llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos
con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie
mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en
cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis
vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito
está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo
tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo
esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo,
sino vence con el bien el mal”.
En
esta cita vemos vientos favorables, otros no tanto y otros completamente
adversos, más en todos los casos, como Pablo lo indica, uno no se deja vencer
por ellos sino que los usa para vencerlos a nuestro favor. Después de todo está
bien dejarse llevar por el viento ¡pero al menos se tu quien levante las velas
y dirija tu bote!
Roberto Celaya
Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Efesios
4:11-14; 1 Corintios 14:20; 2 Corintios 4:2; Efesios 6:11; Hebreos 13:9; Romanos
12:14-21; Lucas 6:27-30; 1 Pedro 3:9
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