martes, 21 de junio de 2022

Está bien dejarse llevar por el viento ¡pero al menos se tu quien levante las velas y dirija tu bote!


 

Dejarse llevar por el viento, sobre todo para el elegido, no quiere decir permanecer en una actitud indolente donde sin esfuerzo alguno uno sea llevado de aquí para allá, Pablo escribiendo a los hebreos deja muy claro esto cuando les dice “y él mismo [Jesús] constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error”.

 

Eso de que “ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina”, apunta a lo dicho inicialmente en el sentido de no tener una actitud indolente donde sin esfuerzo alguno uno sea llevado de aquí para allá, al contrario, como Pablo claramente lo indica, uno debe esforzarse por “llegar a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes”.

 

Piensa en esto: ¿Has visto a aquellos que en un velero echados a la mar la surcan de un punto a otro que desean ir?, ¿has visto como si bien usan el viento que se les presenta ellos, con destreza, mueven las velas de una forma o de otra para usar ese viento, venga de donde venga, venga como venga, a su favor?, pues lo mismo es la vida cristiana.

 

Los elegidos saben que en este mundo enfrentarán muchos vientos, algunos favorables para la vida cristiana, otros no tanto y otros completamente desfavorables, pero la verdadera destreza que da el Espíritu Santo en cada uno, permite que cada viento que uno enfrente sea usado para ayudarnos a alcanzar las promesas que se nos han dado.

 

Por ejemplo, pensemos en vientos favorables, otros no tanto y otros completamente adversos, ¿pueden usarse estos en favor de nuestro llamamiento?, claro que sí, Pablo deja muy claro esto cuando escribiendo a los de Roma les dice “bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal”.

 

En esta cita vemos vientos favorables, otros no tanto y otros completamente adversos, más en todos los casos, como Pablo lo indica, uno no se deja vencer por ellos sino que los usa para vencerlos a nuestro favor. Después de todo está bien dejarse llevar por el viento ¡pero al menos se tu quien levante las velas y dirija tu bote!

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 

 

Referencias:

Efesios 4:11-14; 1 Corintios 14:20; 2 Corintios 4:2; Efesios 6:11; Hebreos 13:9; Romanos 12:14-21; Lucas 6:27-30; 1 Pedro 3:9


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