¿Te
has dado cuenta de la paradoja que implica que aunque el tiempo sea infinito en
breve se nos acaba terminando? Esa paradoja se entiende cuando se comprende que
si bien el tiempo es infinito nosotros no lo somos.
Esa
visión de nuestra propia mortalidad es la que puede darnos la sobriedad
necesaria para avanzar en el Camino. David de manera inspirada en su momento
dejó consignado “hazme saber, Jehová, mi fin, y cuánta sea la medida de mis
días; sepa yo cuán frágil soy. He aquí,
diste a mis días término corto, y mi edad es como nada delante de ti; ciertamente
es completa vanidad todo hombre que vive”. De esta manera David, como nosotros
deberíamos pedirlo, suplica a Dios le haga ver la cortedad de sus días para
enfocarse en ellos en lo que realmente es trascendente.
El
mundo generalmente no piensa en el fin de sus días. Cada uno vive su vida como
si esta no se fuera a acabar y cuando la conclusión de su vida es casi
inevitable es cuando caen en la cuenta de lo corto que es la existencia.
El
elegido no debe vivir como si su vida nunca fuera a acabar sino al contrario,
teniendo muy en claro que ésta terminará, aplicarse en crecer en el
conocimiento de Dios y su Hijo y en poner por obra esa fe que se dice profesar.
Sobre
la conclusión de nuestros días la Palabra claramente señala “cuando el árbol
cae, no importa de qué lado caiga; donde cae, allí se queda”, el símil obtenido
de la naturaleza aplica para el hombre, de hecho la imagen en esa cita del
árbol es un simbolismo que apunta a ello, y como se señala, donde cae el árbol,
donde cae la persona al morir, ahí se queda.
En
su momento David de manera inspirada escribió “porque no hay en la muerte
memoria de ti; en el Seol, ¿quién te dará gracias?”. De esta forma es más que
claro que una vez concluido el tiempo que se nos ha asignado ya no hay nada que
podamos hacer, bajo esa perspectiva ¿desperdiciaremos la oportunidad que ahora,
todavía vivos, tenemos?
Pablo
entendiendo esto les escribe de manera inspirada a los de Éfeso señalando “mirad,
pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días
son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la
voluntad del Señor. No os embriaguéis
con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu,
hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales,
cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por
todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”.
El elegido sabe que no tiene todo el tiempo del mundo
para avanzar hacia las promesas que se nos han dado, sino que solo tiene el
tiempo que se le ha asignado por lo cual aprovecha cada momento que tiene para
crecer en el conocimiento de Dios y su
Hijo y para poner por obra esa fe que se dice profesar, así que ya lo sabes, paradójicamente
el tiempo, aunque infinito, nos es escaso, ¡aprovéchalo!
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Salmos 39:4-5; Eclesiastés 9:10; Colosenses
1:10; 2 Pedro 3:18; Santiago 1:22; Mateo 7:24-27; Eclesiastés 11:4; Salmos
90:12; Efesios 5:15-20; Colosenses 4:5
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