La
capacidad de razonar que Dios nos ha dado, como todo lo que como humanos
poseemos, tiene sus claroscuros, por una parte nos sirve para entender el
mundo, para planear nuestra vida, para resolver los problemas que enfrentemos,
pero por otro lado, puede entorpecer nuestro andar por el Camino cuando ésta
nos lleva a cuestionar y en ocasiones incluso rebelarnos contra la voluntad
divina.
Hay
quienes del mundo, haciendo mofa de la religión, señalan que para profesar
alguna uno prácticamente debe dejar la capacidad de razonamiento de lado. Nada
más falso que esto. Pablo escribiendo a los de Roma, de Dios dice que es
nuestro culto racional; de igual forma Pedro, en su primera carta, señala que
debemos estar prestos para dar razón de nuestra fe. De esta forma la fe de los
elegidos no es una creencia ciega, sin mayor argumentación que porque así se
nos ha dicho, sino que es una fe razonable, con sustento y fundamento, una fe
que incluso exhorta a crecer en el conocimiento de Dios y su Hijo.
Pero
esta capacidad cognitiva tiene un límite cuando de entender los caminos de
Dios, Isaías claramente dejó consignado esto de manera inspirada cuando, en boca
de Dios, escribió “porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni
vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la
tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos
más que vuestros pensamientos”.
El
libro de Job es toda una exposición de los intentos del hombre por llegar a
entender la voluntad de Dios cuando es contraria a lo que nosotros creemos,
¿vemos la trampa en esto?, la cuestión no es que Dios se ajuste a nuestro
pensamiento sino que nosotros debemos ajustar nuestro pensamiento a Dios.
Esto
no quiere decir no pensar, no cuestionar, no indagar, pero hay que entender que
hay un límite a ello pues para poder comprender a cabalidad a Dios, tanto en
extensión como profundidad ¡deberíamos ser Dios!, lo cual es un absurdo.
Pero
Dios en su Palabra nos ha revelado, no todo lo que podemos saber sino todo lo
que debemos saber, ¿considerando qué?, considerando el plan de salvación. Eso
es lo importante, no el tener todas las respuestas para todo, sino, teniendo
las respuestas que para andar en el Camino tenemos, avancemos en él a las
promesas sabiendo que llegará el momento en que incluso aquello que ahorita no
sepamos lo sabremos, como dice Pablo “en parte conocemos, y en parte
profetizamos […] Porque ahora vemos por un espejo, veladamente, pero entonces
veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente,
como he sido conocido”.
El
responder al llamamiento que el Padre nos ha hecho para venir y salvación en el
presente siglo así como el andar en el Camino, si bien se sustenta en verdades razonables,
entendibles, fundadas y sustentadas, también conlleva ciertas cuestiones que
ahorita no nos son comprensibles del todo dando lugar a ese salto de fe
requerido para crecer hasta la estatura perfecta de Cristo, después de todo no
todo reto tiene una respuesta correcta y otra incorrecta, pero todos son
pruebas de carácter.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Romanos
12:1; Proverbios 22:21; 1 Pedro 3:15; 2 Timoteo 2:24-25; Colosenses 1:10; 1
Tesalonicenses 4:1; 2 Pedro 3:18; Efesios 4:15; Isaías 55:8-9; Salmos 40:5; 1 Corintios
13:9, 12; Salmos 139:6