Todo
aquel que ha respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación en el
presente siglo sabe que parte del ese llamamiento consiste en vivir una vida perfecta,
una vida santa, entendiendo este último término en su correcta acepción
escritural de apartado para Dios.
Esta
comprensión, si bien es correcta, genera un conflicto cuando, en el andar por
el Camino, uno tropieza y cae. Si ya se tiene el Espíritu Santo, ¿no debería
uno vivir de manera perfecta y santa?
Juan
en su primer carta responde esto señalando “amados, ahora somos hijos de Dios,
y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se
manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”.
De
esta forma es más que claro que mientras militemos en la carne aún tendremos
con nosotros esas debilidades propias de la concupiscencia de la carne, la
concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, que nos harán tropezar en
el Camino e incluso caer en el andar.
¿Es
prueba ello de que el Espíritu no está en nosotros? Para nada, si uno no
tuviera el Espíritu a lo malo le seguiría diciendo bueno, como antes de venir a
salvación, pero a pesar de los tropiezos, las caídas, los elegidos seguimos
llamando a lo malo, malo, es por eso que nos puede el tropezar, el caer. Como
dice Pablo escribiendo a los de Roma “yo no conocí el pecado sino por la ley;
porque [tampoco] conocería la concupiscencia, si la ley no dijera: No
codiciarás”.
Pero
además, si uno no tuviera el Espíritu, al tropezar, al caer, uno quedaría
postrado, pero, como dice inspiradamente Salomón en Proverbios “el justo cae
siete veces; y vuelve a levantarse, pero los impíos caerán en la desgracia”.
Así es, justo no es aquel que nunca cae sino aquel que cayendo vuelve a
levantarse para seguir el caminar, no así los impíos que quedan postrados acarreando
desgracias sobre ellos.
David
de igual forma, de manera inspirada, consignó en sus Salmos “echa sobre Jehová
tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo”. ¿Puede
verse en la construcción gramatical de la cita anterior que se señala que Dios
“no dejará para siempre caído al justo”?, así es: se señala que el justo está
caído, ¡pero eso no le quita su condición de justo!, al contrario, señala
claramente que Dios, en su momento, le levantará.
El
Enemigo, el Mundo y la Carne quieren hacer mella en nuestro buen ánimo
deslizando la idea de que el tropiezo, la caída, nos descalifica para el
llamamiento al que hemos respondido, pero como Pablo escribiendo a los de
Filipo, podemos bien decir “olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo
que está delante prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios
en Cristo Jesús”, después de todo el solo
hecho de levantarte de cada caída te convierte en un triunfador.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Mateo
5:48; Deuteronomio 18:13; 1 Pedro 1:16; Levítico 11:44; 1 Juan 3:2; Salmos
17:15; 1 Juan 2:16; 1 Pedro 2:11; Proverbios 24:16; 2 Corintios 4:9; Salmos
55:22; Proverbios 16:3; Filipenses 3:13-14; Hebreos 6:1