“¿Crees
que vayas a alcanzar las promesas?”, si nos hicieran esta pregunta, ¿qué
respondería cada uno? Generalmente las respuestas que uno escucha, e incluso
que uno mismo puede dar, giran en torno a “no sé”, “ojalá”, “eso espero”. Si
bien dichas respuestas pueden estar aderezadas por un toque de humildad, si las
mismas muestran realmente duda, vacilación o titubeo, como que no es buena
señal.
Es
claro que la respuesta de uno no puede girar en torno a un “¡claro que estoy
seguro!” bañado en orgullo y autosuficiencia pues la misma Palabra nos insta
diciendo “el que piensa estar firme, mire que no caiga”, pero sí puede girar en
torno a un “¡claro que estoy seguro… pues confío en Aquel a quien he respondido!”.
En
Revelación nuestro Señor hace la promesa a todos los que le siguen diciendo “sé
fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”, esto está acorde con
aquel “esfuérzate y sé valiente” dicho por Dios a Josué. De esta forma la
consecución de las promesas no es algo que esté sujeto al azar, al “quien
sabe”, al “tal vez”, sino que está íntimamente ligado a la tenacidad que en
ello mostremos.
Esto
de la tenacidad hay que entenderlo que no se refiere a que por nuestro esfuerzo
alcancemos las promesas, sino que hacemos lo que nos corresponde conforme al
llamamiento que hemos recibido para que Dios haga su parte.
Es
como si se nos dijera que un millonario ha decidido compartirnos su fortuna y
que para ello se requiere que el lunes inmediato siguiente, a las 8 de la
mañana, nos presentemos en tal banco pues se nos van a dar un millón de
dólares. Nadie pensaría que su propio esfuerzo le ha dado ese millón, pero si
no se presenta en el día, en la hora y en el lugar convenido, lo más probable
es que el monto prometido no pueda ser entregado.
En
nuestro caso las promesas que se nos han dado excede cualquier cosa que podamos
siquiera imaginar, como dice la Palabra “cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni
han entrado al corazón del hombre, son las cosas que Dios ha preparado para los
que le aman”. Con todo y todo esas promesas van acompañadas de aquel
esfuérzate, de aquel sé valiente, de aquel se fiel hasta la muerte, todo lo
cual puede resumirse en ser tenaz respecto del llamamiento al que hemos respondido.
El andar por el Camino a las promesas que se nos han dado
implica decisión y entereza en ello, decisión y entereza que por su misma
naturaleza refinará a los elegidos depurándolos para que sólo aquellos que sean
fieles alcancen lo prometido, después de todo el triunfo es más cuestión de
tenacidad que de casualidad.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
1
Corintios 10:12; Colosenses 2:8; 2 Pedro 3:17; Revelación 2:10; Salmos 31:23; 1
Corintios 9:25; Josué 1:6; Deuteronomio 1:21; Daniel 10:19;1 Corintios 2:9; Isaías
64:4; Santiago 1:12
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