Los
elegidos que hemos respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación
en el presente siglo tenemos muy claras las promesas que hemos recibido: llegar
a formar parte de la familia de Dios como sus hijos. Con todo y todo ¿alguna
vez te has puesto a pensar cómo es que las promesas del Padre exceden con mucho
la expectativa de alguien que acepta a Jesús como su Señor y Salvador comparada
con la expectativa de alguien que lo rechaza?
¿Cuál
es la promesa para los redimidos?, ¿y para los pecadores?, hay quienes creen
que ambos tendrán vida eterna, los primeros gozando y los segundos sufriendo,
pero ¿qué dice la Escritura? “Porque la paga del pecado es muerte, más la
dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”, si uno se fija,
ambos resultados se presentan de manera excluyentemente contraria con la
expresión “más la”, es decir, una cosa no solo es diferente sino contraria a la
otra. Por lógica básica, mínima, elemental, si la dádiva de Dios es vida
eterna, luego entonces la paga del pecado, la muerte, no puede ser lo mismo
aunque se le aderece con penas, de esta forma, si uno cree a lo que la
Escritura señala, simple y sencillamente “la paga del pecado es muerte”.
De
esta forma quien rechaza el sacrificio redentor de Jesús tiene una expectativa
que presenta un límite pues la misma termina cuando cesa toda su existencia; por
su parte quien acepta a Cristo como su redentor tiene la expectativa de vida
eterna, ¿y dónde o cuándo termina la eternidad?, así es: ¡nunca!, de esta forma
el límite de aquel que cae, de aquel que rechaza la sangre derramada de Jesús,
está dado por la muerte del mismo, la cesación de su existencia, por el
contrario, quien cubre sus pecados con aquella y vuela hacia las promesas del
Padre tiene por delante una existencia que nunca tendrá fin, que nunca conocerá
límites.
Por
cierto, ¿alguna vez te has preguntado qué haremos en la vida eterna? A esta
pregunta se han propuesto respuestas en función de la comprensión humana, pero
¿sabías que la Escritura señala concretamente en qué consiste la vida eterna?
"Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero,
y a Jesucristo, a quien ha enviado". Nomás piensa en esto: Dios es
infinito, ¿cuánto nos llevaría conocerlo completamente?, ¡toda la eternidad!,
por eso David de manera inspirada señaló "una cosa he demandado a Jehová,
esta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para
contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo". Pero
desde ya hay que comenzar a adquirir este conocimiento sino llegado el día no
habrá nada sobre lo que se pueda construir.
Quien cae, quien rechaza lo que el Padre por medio de Su
Hijo ofrece, tiene la expectativa, no de que va a vivir por siempre sino de que
si existencia cesará para siempre; por su parte, quien acepta a Jesús como su
Señor y Salvador tiene frente a sí una vida eterna, sin límite ni fin, para
seguir conociendo al Padre y Su Hijo, de esta forma, lo bueno de caer es que
sabes hasta donde caerás, lo bueno de volar es que límites nunca habrá.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Efesios 2:19; Filipenses 3:20; Hebreos
12:22-24; Romanos 6:23; Mateo 25:46; Gálatas 6:8; Juan 17:3; 1 Juan 1:2; 1
Timoteo 6:15,16; Salmos 27:4; 2 Corintios 4:6; Efesios 1:17
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