En el mundo hay mucha gente que es sincera en cuanto
al llamamiento para salvación que del Padre se ha recibido, pero la sinceridad
no implica un correcto entendimiento sino que este se va formando con la
correcta comprensión de las verdades reveladas.
El asunto del esfuerzo como parte el llamamiento es
uno de esos aspectos que deben observarse detenida y concienzudamente a la luz
de las Escrituras. ¿Por qué esto? Para no llegar a caer en dos posturas que son
excluyentes pero, peor aún, anti-escriturales.
Una postura señala que dado que al salvación es por
gracia, gratis pues, lo cual es cierto, no hay nada que podamos hacer para
ello, ni para obtenerlo ni para perderlo. La otra señala que dado que la
Palabra nos exhorta a esforzarnos en el Camino, la salvación depende de lo que
hacemos.
Ambas posturas solo ven una parte del panorama, pero
al estar incompletas tienden a confusión. La realidad es que, en efecto, la
salvación nos viene de gracia por el sacrificio de redentor de Jesús, pero de
igual forma, una vez salvos debemos trabajar en esa santificación a la que
estamos llamados para que al regreso de Cristo seamos justificados, declarados
justos pues.
Veámoslo así: es como estar muy enfermos, enfermos
de manera terminal, y que el mejor médico nos curara y no sólo eso sino que nos
curara gratis, pero que luego nos dijera aquellas cosas que debemos cuidar en
nuestra vida para no volver a enfermar. Así pasa con la cuestión de la salvación,
de la santificación, de la
justificación.
Fe es creer en Cristo, poner por obra esa fe es
creerle a Cristo. De esta forma puede entenderse esos llamados reiterativos que
la Escritura, de principio a fin nos hace, para poner por obra nuestra fe y dar
frutos de excelencia, en perfección y santidad, para la mayor gloria de Dios: “No
todo el que me dice: ``Señor, Señor´´, entrará en el reino de los cielos, sino
el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” dijo Jesús.
Jacobo, el hermano de Jesús, escribiendo sobre
esto señala “Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan
a sí mismos”, de igual forma Pablo escribiendo a Tito le dice de aquellos que
no ponen su fe por obra que “Profesan conocer a Dios, pero con sus hechos lo
niegan, siendo abominables y desobedientes e inútiles para cualquier obra buena”.
Todos queremos alcanzar las promesas que, en
la figura de las coronas que menciona la Escritura, se nos han dado, pero de
igual forma debemos estar dispuestos a esforzarnos por avanzar día con día para
ello en el Camino al que hemos respondido como parte del llamamiento del Padre,
después de todo solo merece esperar un futuro mejor quien está dispuesto a
luchar por él.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Efesios 2:8-9; Romanos 3:24; Juan 5:24; Hebreos
6:4-6; 10:26-29; 2 Pedro 2:20-22; Mateo 7:21; Romanos 2:13; Santiago 1:22; Tito
1:16; Revelación 2:10
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