miércoles, 15 de enero de 2020

Solo merece esperar un futuro mejor quien está dispuesto a luchar por él



En el mundo hay mucha gente que es sincera en cuanto al llamamiento para salvación que del Padre se ha recibido, pero la sinceridad no implica un correcto entendimiento sino que este se va formando con la correcta comprensión de las verdades reveladas.

El asunto del esfuerzo como parte el llamamiento es uno de esos aspectos que deben observarse detenida y concienzudamente a la luz de las Escrituras. ¿Por qué esto? Para no llegar a caer en dos posturas que son excluyentes pero, peor aún, anti-escriturales.

Una postura señala que dado que al salvación es por gracia, gratis pues, lo cual es cierto, no hay nada que podamos hacer para ello, ni para obtenerlo ni para perderlo. La otra señala que dado que la Palabra nos exhorta a esforzarnos en el Camino, la salvación depende de lo que hacemos.

Ambas posturas solo ven una parte del panorama, pero al estar incompletas tienden a confusión. La realidad es que, en efecto, la salvación nos viene de gracia por el sacrificio de redentor de Jesús, pero de igual forma, una vez salvos debemos trabajar en esa santificación a la que estamos llamados para que al regreso de Cristo seamos justificados, declarados justos pues.

Veámoslo así: es como estar muy enfermos, enfermos de manera terminal, y que el mejor médico nos curara y no sólo eso sino que nos curara gratis, pero que luego nos dijera aquellas cosas que debemos cuidar en nuestra vida para no volver a enfermar. Así pasa con la cuestión de la salvación, de la santificación, de  la justificación.

Fe es creer en Cristo, poner por obra esa fe es creerle a Cristo. De esta forma puede entenderse esos llamados reiterativos que la Escritura, de principio a fin nos hace, para poner por obra nuestra fe y dar frutos de excelencia, en perfección y santidad, para la mayor gloria de Dios: “No todo el que me dice: ``Señor, Señor´´, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” dijo Jesús.

Jacobo, el hermano de Jesús, escribiendo sobre esto señala “Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos”, de igual forma Pablo escribiendo a Tito le dice de aquellos que no ponen su fe por obra que “Profesan conocer a Dios, pero con sus hechos lo niegan, siendo abominables y desobedientes e inútiles para cualquier obra buena”.

Todos queremos alcanzar las promesas que, en la figura de las coronas que menciona la Escritura, se nos han dado, pero de igual forma debemos estar dispuestos a esforzarnos por avanzar día con día para ello en el Camino al que hemos respondido como parte del llamamiento del Padre, después de todo solo merece esperar un futuro mejor quien está dispuesto a luchar por él.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor


Referencias:
Efesios 2:8-9; Romanos 3:24; Juan 5:24; Hebreos 6:4-6; 10:26-29; 2 Pedro 2:20-22; Mateo 7:21; Romanos 2:13; Santiago 1:22; Tito 1:16; Revelación 2:10

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