miércoles, 5 de junio de 2019

Recuerda esto: muchas cosas han parecido imposibles... ¡hasta que llega Alguien y las hace!



Si pusiéramos las cosas en perspectiva, desde un punto de vista eminentemente humano, tendríamos más que de sobra para sentirnos deprimidos, abatidos. Pablo escribiendo a los Efesios les decía, y en su figura a nosotros, que nuestra lucha es “contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”, ¿Quién podrá creer que ante esto tiene la más remota posibilidad de salir triunfante?

Es natural que desde nuestro punto de vista veamos la salvación como algo casi imposible, pero hay que entender que nuestros pensamientos no son los de Dios  ni nuestros caminos Sus caminos y que nuestra naturaleza es contraria a Su naturaleza, es así que más que ver esta lucha desde nuestro punto de vista hay que verlo desde el punto de vista de Dios, después de todo lo que es imposible para nosotros es posible para Él.

Con todo y todo no podemos negar la debilidad carnal que ahorita tenemos, pero ¿qué nos dice la Escritura al respecto?, Cristo respondiendo a Pablo respecto a las debilidades que presentaba, y en su persona respondiéndonos a nosotros, le dice «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad», y Pablo entendiendo esto reflexiona “por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo”.

Volviendo sobre la idea anterior, Pablo escribiendo a los Romanos la aclara aún más al señalar que “en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos”, luego entonces más que fijarnos en todo aquello de lo que carecemos para ganar esta batalla a la que hemos sido convocados, más bien debemos pedir la ayuda de Aquel que puede fortalecernos ya que “Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio”.

Ahora bien, todo esto se oye esperanzador, pero ¿qué sugerencias prácticas tiene la Escritura para salir a enfrentar esta batalla a la que hemos sido convocados con la esperanza de triunfo?  “pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia, y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz. Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”.

Volviendo a la pregunta inicial, ¿Quién podrá creer que ante todo lo que tenemos en contra podemos pensar en tener  la más remota posibilidad de salir triunfante?, Pablo escribiendo a los Romanos revira esto preguntando más bien “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?... Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó”, aclarando en esa misma carta que  que “Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros?”, y escribiendo a los Filipenses les dice sobre esto  “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Si esta batalla dependiera enteramente de nosotros la habríamos perdido desde antes de iniciar, pero esta batalla es de Dios, quien pelea por nosotros y quien lleva a término lo que desde la eternidad pensó para cada uno, así que recuerda esto: muchas cosas han parecido imposibles... ¡hasta que llega Alguien y las hace!


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor



Referencias:
Efesios 6:12; Isaías 55:8-9; Romanos 8:5; Lucas 18:27; 2 Corintios 12:9; Romanos 8:26; 2 Timoteo 1:7; Efesios 6:13-17; Romanos 8:36, 37; Romanos 8:31; Filipenses 4:13; Deuteronomio 3:22

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