El cristiano no está ajeno ni al mundo ni a la
sociedad en la cual se desenvuelve, Cristo mismo consciente de esto pidió al
Padre por sus seguidores, no para que fueran sacados de aquí sino para que
fueran guardados del Enemigo, con todo y todo en ocasiones el cristiano puede
deslizarse y buscar más bien el agrado de los demás.
Esto no es privativo de uno, Pedro mismo tratando de
no ser señalado por los judaizantes de su tiempo, se retraía de socializar con
los paganos cuando aquellos venían, actitud que le ganó una reprimenda de parte
de Pablo. ¿Qué quiere decir esto? Nada, simple y sencillamente que Pedro era un
humano, como tú y como yo.
Con todo y todo “todo lo que fue escrito en tiempos
pasados, para nuestra enseñanza se escribió, a fin de que por medio de la
paciencia y del consuelo de las Escrituras tengamos esperanza”, así que de ello
debemos aprender, ¿qué cosa? En este caso a quedar bien con uno mismo.
Esto de quedar bien con uno mismo, para el
cristiano, implica clara y contundentemente poner a Dios primero que todo y en
función de eso evaluar cómo nos sentimos en nuestra conciencia, por eso Pablo
escribiendo a los Romanos les decía “¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante
de Dios.
Bienaventurado el que no se condena a sí mismo con
lo que aprueba”
Juan en su primera carta señalará lo mismo al
indicar que “si nuestro corazón no nos condena, confianza tenemos delante de
Dios”, así que cuando se exhorta a quedar bien con uno mismo no es de una
manera ajena e independiente de Dios, sino sujeta y sometida a Su voluntad
usando nuestra conciencia a la luz de lo que el Padre espera de nosotros, ¿y
qué espera? Nada más y nada menos que perfección y santidad, por eso Pablo ante
Félix le decía “por esto, yo también me esfuerzo por conservar siempre una
conciencia irreprensible delante de Dios y delante de los hombres”.
Como colofón de esto puede decirse que nuestra
conciencia, el sentirnos bien con uno mismo, para el cristiano, implica poner a
Dios primero que todo y en función de la fe y esperanza que deviene de ello
buscar vivir conforme a Su voluntad, de ahí la importancia del examen de
conciencia que Pablo presenta en su carta a los Gálatas: “¿busco ahora el favor
de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si
todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”.
Cada uno rendirá cuentas ante de Dios de lo que hizo
y de lo que no, de lo que creyó y de lo que dejó de creer, del testimonio que
dando edificó o más bien destruyó, siendo que si nuestra conciencia no está
cauterizada puede sernos de mucha utilidad para evaluar nuestro decir y nuestro
hacer a la luz del Padre en Cristo Jesus por Su Santo Espíritu que mora en
nosotros, así que cuida ante todo quedar bien contigo mismo, ¡eres la única
persona que estará contigo toda la vida!
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
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