miércoles, 13 de marzo de 2019

La trascendencia tiene que ver con lo que ahorita estás haciendo, ¿cómo quieres que se te recuerde?



Cuando uno responde el llamado del Padre para iniciar el caminar por Sus senderos, comienza a diferenciarse del resto del mundo, pero esa diferenciación le acarrea en ocasiones al creyente problemas y tribulaciones, esto es claro.

Nuestro señor, refiriéndose a lo anterior, fue muy enfático en que el mundo odiaría a los suyos, este odio, a lo largo de la historia, estaría referenciado  por rechazo, persecución e incluso muerte, pero en medio de todo eso la promesa de Cristo se mantiene: Al vencedor se le dará la corona de vida, se le permitirá sentarse con Cristo en Su trono y vendrá a tener dominio sobre las naciones.

Con todo y todo hay un testimonio que el cristiano está obligado a dar ante el mundo. Esa es la forma en que el mundo nos recordará. Ahora bien, este testimonio ante el mundo implica integridad con el Mensaje, ya que mal haríamos si en ello buscásemos agradar a los hombres.

¿Cómo podríamos pretender agradar al mundo cuando a los ojos de la carnalidad del mismo el mensaje de la cruz es locura? Esto no es posible. Pero lo que si podemos hacer es ante ellos proclamar de palabra y de acción el mensaje del Evangelio como testimonio ante las naciones.

Este testimonio es al que Cristo se refiere al llamar a Su iglesia luz del mundo. Esa luz del mundo está relacionada con la senda de los justos, justicia que pasa por guardar los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesus.

Si bien esa luz tendrá su culmen con la venida de Cristo, cuando en Jesus Sus elegidos reyes y sacerdotes compartirán la luz que implica el conocimiento perfecto de Dios, en el tiempo presente es necesario el testimonio aunado a ello para generar en nosotros el carácter perfecto de Cristo, para llamar en este siglo a quienes han de ser salvados, y para glorificar ante el mundo al Padre.

Lo que hacemos o dejamos de hacer, si bien el mundo puede olvidarlo, el Padre lo tiene muy presente. Todos compareceremos ante el Trono de la Majestad y nuestras obras serán juzgadas. En ese momento se apartarán los justos de los impíos para recibir el pago de lo que hicieron.

Al irnos a descansar esperando ser levantados al regreso de Cristo, quienes nos conocieron retendrán el testimonio que hemos dado, para su salvación o su condenación, pero más importante: el Padre nos recordará y no dejará sin pago nuestras acciones, después de todo la trascendencia tiene que ver con lo que ahorita estás haciendo, ¿cómo quieres que se te recuerde?


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor



Referencias:
Juan 15:18-27; Mateo 10:22; Santiago 1:12; Revelación 3:21; 2:26; Gálatas 1:10; 1 Corintios 1:18; Mateo 24:14; 5:14; Proverbios 4:18; Revelación 14:12; Isaías 60:3; Zacarías 8:20-23; Habacuc 2:14; Revelación 21:24; Hechos 2:47; Efesios 4:13; 1:4; 2 Timoteo 1:10; Mateo 5:16; 2 Corintios 5:10; Mateo 25:31-46            ; Revelación 22:12; Isaías 40:10; Mateo 16:27


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