Siendo honestos, no puede decirse que el camino
del cristiano está exento de problemas, dolores o angustias, muy al contrario
la Escritura nos dice, en palabras de nuestro Señor Jesús, de que en el mundo,
quien desee seguirle, experimentará tribulación, será odiado, sabrá lo que es
ser perseguido e incluso probará la muerte física; ante esta realidad ¿es
realmente juicioso estar alegres, optimistas, esperanzados?
Si el andar por los caminos
a los que el Padre nos ha llamado fuera el fin en sí mismo realmente no habría
muchas razones para sentirnos contentos, alegres o gozosos, pero como ese andar
lo indica, vamos en pos de algo mejor, de algo más grande, de algo que, en
palabras de Pablo, excede con mucho cualquier mortificación y sufrimiento que
podamos experimentar en el presente siglo.
Perdón de los pecados, vida
eterna, provisión de nuestras necesidades, descanso material y espiritual, Espíritu
Santo del Padre; bendición y descendencia; salvación; corona de vida, paz sobrenatural,
y la seguridad que, con relación a todas estas promesas, Dios cumple lo que
promete.
Si uno entiende lo anterior
incluso en los momentos más oscuros, en las situaciones más aciagas, encontrará
promesas a las que asirse. Recordemos cuando Pablo y Silas fueron encarcelados
y que en medio de sus prisiones entonaban cantos a Dios, ya que con todo, en
todo y por todo, uno puede alegrarse en el Señor y gozarse en el Dios de
nuestra salvación.
De esa forma, esa alegría
puede fomentarse, cultivarse, enriquecerse, a través de la oración y de las
acciones de gracias que podemos dar a Dios por Sus infinitas misericordias y
eterno amor para con nosotros.
Pablo escribiendo a los
Romanos, sabiendo lo que uno padece en este mundo pero teniendo en cuenta
el llamamiento del que se ha sido
objeto, los exhorta a estar gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación;
constantes en la oración, ¡así que puede haber gozo aunque se esté experimentando
sufrimiento!
Si bien lo anterior puede sonar a locura para el
mundo, en las promesas de Cristo tenemos consolación pues él nos ha dicho que
es Su paz la que vivirá en nosotros, una paz diferente a la que da el mundo,
basada en factores externos y condiciones limitadas, sino que vendrá a nuestro
interior por gracia del Santo Espíritu de Dios y se basará en bendiciones sin
límite.
Nosotros andamos en luz, aunque nuestro andar sea
por un mundo en tinieblas, experimentando tribulación sabemos que al final, si
somos fieles, las promesas del Padre nos aguardan cuando el día amanezca, eso
nos da un gozo desde ya incluso en las adversidades y cuando se disfruta el camino
no hay propiamente un esfuerzo sino un disfrute en cada paso.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Juan 16:33; 15:18; Mateo 10:22; 24:9;
Revelación 2:10; Romanos 8:18; 1 Juan 1:9; 5:11; Filipenses 4:19; Mateo 11:28; Hechos
1:4-5; Hebreos 6:13-15; Isaías 45:22-23; Santiago 1:12; Juan 16:33; Hechos
16:16-40; Habacuc 3:18; Romanos 12:12; Proverbios 4:18; 2
Corintios 3:18; 2 Pedro 1:19
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