La manera en que la Escritura se refiere al
llamamiento del que uno ha sido objeto por la infinita misericordia y eterno
amor del Padre no puede ser más que significativo: Camino. Significativo porque
al igual que en la vida requiere de acción de nuestra parte, pero que de igual
forma si uno se descuida, deviene ese andar en desviación.
Desde que Dios entregó sus ordenanzas le dijo muy
claramente a Su pueblo que no se desviara ni a izquierda ni a derecha, pero
dada la propia naturaleza carnal que es enemistad para con Dios, la mente
comienza a concebir otros caminos que si bien parecen al razonamiento
natural como rectos, su fin termina
siendo de muerte.
Cristo, dirigiéndose por medio de Juan a la
iglesia de Dios en Filadelfia, y a través de ellos a todos los cristianos de
todos los tiempos, los exhorta a estar vigilantes para que nadie les arrebate,
nos arrebate, la corona prometida, luego entonces si puede ser arrebatada eso
implica que podemos perder lo que hemos recibido; redención, salvación,
justificación.
¿Y cómo podríamos perder lo recibido? La
concupiscencia de la carne, la
concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, son las formas mediante
las cuáles el Enemigo busca nuestra perdición.
Dado que el Enemigo está detrás de todo esto, es
menester estar vigilantes, sí, pero además, sabiéndonos débiles, cobardes,
torpes y pecadores, no confiar en nuestras fuerzas sino en la providencia de
Aquel que nos ha llamado.
Pablo en su primer carta a los Corintios les
reconoce que iniciaron ese andar de forma correcta, de hecho lo compara más que
con un andar con una carrera por la forma en que iban creciendo en conocimiento
y gracia, pero luego les recrimina el haber perdido el camino, el haberse
desviado y más delante los reconviene, y con ellos a nosotros, en cuanto a lo que deben cuidar: no codiciar,
no ser idólatras, no fornicar, no provocar al Señor, no murmurar, añadiendo con
base Escritural los castigos que devienen de esas actitudes.
A lo anterior, escribiendo a los Hebreos Pablo
agregará que si venido al conocimiento de la verdad, se continúa
deliberadamente pecando, ya no queda sacrificio alguno por los pecados sino una
horrenda expectación de juicio y un fuego que ha de consumir a los rebeldes.
En el andar por el Camino, el cristiano
experimenta mucha tentación, presiones, tribulación, más sin embargo hay que
tener en mente que el trigo no se trilla por siempre y que los sufrimientos de
este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha
de ser revelada, así que no olvides que cada paso que das te acerca o te aleja de tu
objetivo, piénsalo muy bien y ¡actúa!
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Deuteronomio 28:14; Proverbios 14:12; Romanos
8:5-8; Proverbios 14:12; Revelación 3:11; 1 Juan 2:16; 1 Pedro 5:8; Lucas 21:36;
Mateo 26:41; 2 Corintios 12:9; 1 Corintios 9:24; 10:6-11; Hebreos 10:26-27;
Isaías
28:28; Romanos 8:18
No hay comentarios:
Publicar un comentario