La Escritura define lo que es el amor, en el caso
del amor a Dios esto tiene que ver con guardar sus mandamientos, en el caso del
amor al prójimo el hacer a ellos como queramos nos hagan.
En esto último, una de las maneras de demostrar
al prójimo ese amor es a través del servicio ya que según la Escritura así es
el amor: servicial, pero ¿qué podemos entender por esto?
La idea del servicio es clara cuando se nos dice
que debemos volvernos a los demás su servidor, idea que por su misma definición
implica el servirles, el serles útil, ¿cómo podemos ser útiles?
Si bien hay cuestiones temporales en las cuales
podemos servir a los demás, lo principal son las metas eternas basadas en las
promesas que se nos han dado, ese servicio es el principal en nuestra vida, y
para ello tenemos el ejemplo de nuestro Señor Jesús quien de sí mismo dijo que
no vino a ser servido sino a servir. Ese debe ser nuestro principal referente.
Volviendo sobre las preguntas iniciales, ¿cómo podemos ser serviciales, ser
útiles?, además del ejemplo de Cristo, tenemos la guía escritural ya que si
realmente deseamos ser útil a los demás en cuestiones relacionadas con las
promesas eternas, es la Palabra de Dios la que debe ser nuestra guía.
“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil
para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a
fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra”,
dice la Palabra de Dios, y si podemos lograr esto realmente estamos siendo
mucho muy útiles a los demás.
Pablo escribiendo a los Hebreos, y en ellos
hablando hoy a nosotros, alienta a “[exhortarnos]
los unos a los otros cada día, mientras todavía se dice: Hoy; no sea que alguno
de [nosotros] sea endurecido por el engaño del pecado”, así que en la medida
que podamos servir a los demás para apartándolos del pecado traerlos al Camino
estamos siendo útil.
Ese servicio implica alentarnos los unos a los
otros, y edificarnos el uno al otro. El aliento motiva, impulsa, sobre todo
cuando fallan las fuerzas, la edificación implica desarrollo, crecimiento, “hasta
que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de
Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la
plenitud de Cristo”.
Independientemente de todo lo dicho,
conjuntamente con el servir, uno debe comprender que sólo somos colaboradores
de Dios pero el crecimiento lo da Él, “así que ni el que planta es algo, ni el
que riega, sino Dios, que da el crecimiento” y en ese sentido hay que hacer lo
que nos corresponde y confiar en que Dios hará lo que sea conforme a Su
voluntad, para Su mayor gloria y para nuestro bien, esto incluso cuando no
sepamos o veamos el final que todo nuestra labor tendrá, como dice la Escritura
“de mañana siembra tu semilla y a la tarde no des reposo a tu mano, porque no
sabes si esto o aquello prosperará, o si ambas cosas serán igualmente buenas”.
Como cristianos hay que buscar ser útiles a los demás,
sobre todo con la mira en las promesas eternas que se nos han dado, trabajando
con ahínco y esperanza, haciendo lo que nos corresponde y dejando, confiando y
esperando en Dios lo que conforme a su voluntad ha de ser ya que servicio es entender y
aceptar que en muchas ocasiones tú serás quien haga el camino, pero otro quien
lo recorrerá,
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
1 Juan 5:3; Mateo 7:12; 1 Corintios 13:4; Marcos
9:35; Marcos 10:45; 2 Timoteo 3:16-17; Hebreos 3:13; 1 Tesalonicenses 5:11; Efesios
4:13; 1 Corintios 3:6-7; Eclesiastés 11:6