miércoles, 19 de septiembre de 2018

Establece bien tus metas... no sea que al final veas que estuviste siguiendo metas ajenas



Hablando de la vida, el idear, el proyectar, el planificar, forma parte intrínseca de nuestro quehacer cotidiano pues ante los recursos finitos con los que contamos se yergue la imperiosa necesidad de hacer un óptimo uso de los mismos. La vida cristiana, de igual forma, requiere que sepamos qué es lo que queremos conseguir con los recursos que se nos han asignado.

Es verdad que la Palabra de Dios nos insta a no afanarnos por el día de mañana, pero ¿quiere decir eso que debemos vivir con desidia, sin metas, sin acciones? Para nada. La misma Escritura nos insta a no ser como el perezoso, pero sí a guardar un estricto orden de prioridad buscando primero el Reino de Dios y Su justicia, de otra forma negamos a Dios como nuestro proveedor y nos erigimos en constructores de nuestro proyecto de vida dejando a Dios y Sus promesas de lado.

La Escritura contiene el relato de una persona que ante la abundancia de sus bienes planeaba el construirse bodegas más grandes para ahí resguardarlos sin saber que esa misma noche su vida terminaría. De igual forma contiene la pregunta reflexiva referida a de qué valdría a alguien ganar el mundo si con ello perdiese su alma.

A todo esto, ¿a quién o a qué pudiera interesarle que estuviésemos buscando otros afanes? Una causa es el orden errado en prioridades que nosotros mismos podemos asignar a las cosas. Recordemos el relato escritural de Jesús en casa de Marta y María, donde Marta se afanaba de la casa mientras María oía las enseñanzas de Jesús, siendo ésta última reconocida por nuestro Señor.  

La otra causa es el Enemigo. Recordemos que nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales. Un ejemplo claro de esto son las tentaciones que a manos del Maligno nuestro Señor experimentó en el desierto y de las cuales salió airoso por el orden claro que tenía respecto de vivir por la Palabra de Dios, no tentar a Dios y solo servir y adorar a Dios.

Nuestro Señor explicó estos dos aspectos en lo que se conoce como la Parábola del Sembrador donde las dificultades que uno experimenta, el afán por las cosas de este siglo, la labor del Enemigo, terminan por extinguir la Palabra que hemos recibido; pero de igual forma contiene el exhorto de que, en el debido orden de prioridades, oigamos la Palabra, la entendamos, la pongamos por práctica y demos mucho fruto.

Nuestro llamamiento no es menor, no sólo hemos sido redimidos por el sacrificio de Jesús, sino que hemos sido traslados por voluntad del Padre a Su reino, para ser reyes y sacerdotes con nuestro Señor a Su regreso, así que no lo olvides establece bien tus metas... no sea que al final veas que estuviste siguiendo metas ajenas.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor



Referencias:
Proverbios 13:14; 10:4; 12:11,24; 26:13; Mateo 6:33; Lucas 12:13-21; Mateo 16:26; Lucas 10:38-42; Efesios 6:12; Mateo 4:1-11; Marcos 1:12-13; Lucas 4:1-13; Mateo 13:1-9, 18-23; Marcos 4:1-9; 3-20; Lucas 8:4-8, 11-15; Colosenses 1:13

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