La vida del elegido no es como uno quisiera,
si así fuera obvio que en ninguna habría pruebas o tribulaciones ya que nadie
conscientemente elegiría esto, más al contrario, las adversidades son algo
común en el andar por el Camino a las promesas que se nos han dado.
Pablo sobre esto, hablando de su propia
experiencia, escribe en su segunda carta a los de Corinto: “Tres veces he sido
azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una
noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en
peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros
de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el
mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos,
en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras
cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias”.
Tal vez, y esto lo vemos en algunos que se
alejan del Camino, si Pablo hubiese tenido otro espíritu, hace rato que, ante
estas adversidades, hubiese renunciado al llamamiento, pero, al contrario, lo
anterior lo concluye señalando “¿quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le
hace tropezar, y yo no me indigno? Si es
necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad”.
Así que no solo Pablo ve con otros ojos lo
que para muchos serían motivos para desistir, sino que incluso se empatiza con
el prójimo y se gloria de sus tribulaciones, ¿podríamos decir lo mismo?
La Escritura contiene el ejemplo de santos
hombres y mujeres, con defectos como todos nosotros, que ante los embates del
Enemigo, el Mundo o la Carne, no pudiendo cambiar esto, adoptan una actitud que
glorifica a Dios y que los edifica a ellos, actitud que nosotros debemos
emular, después de todo a veces no escoges el ritmo que la vida te pone, pero
si puedes elegir la manera de bailarlo.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
2 Corintios 11:25-30; Hebreos 11:37-39
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