Los seres humanos por naturaleza buscamos
deslindarnos de las responsabilidades inherentes a nuestras acciones, tal
pareciera que esto incluso es genético y que forma parte de la herencia
obtenida de nuestros primeros padres.
Cuando Adán pecó, ¿qué fue lo que dijo a
Dios?, “la mujer que me diste por compañera me dio del fruto de ese árbol, y yo
comí”, y cuando Dios le preguntó a la mujer, ¿Qué dijo ésta?, “la serpiente me
engañó y yo comí”. O sea, en pocas palabras, ninguno de los dos era
responsables de sus acciones. ¿Te suena familiar?
Pero en el caso de los elegidos estamos
llamados primero a responsabilizarnos de nuestras acciones, de ahí que el
primer paso sea el arrepentimiento, “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese
cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y
recibiréis el don del Espíritu Santo”, pero como segundo, después obvio de
bautizarnos, es vivir una vida nueva: “De modo que si alguno está en Cristo,
nueva criatura (nueva creación) es ; las cosas viejas pasaron, ahora han sido
hechas nuevas”.
Pero más aún, incluso los errores que en
nuestro andar a las promesas cometamos no deben ser justificación para detener
nuestro andar. “Jesús le dijo: Nadie que mire hacia atrás, después de poner la
mano en el arado, es apto para el reino de Dios”.
Ese poner la mano en el arado sin volver la
vista atrás no se refiere a un momento específico de nuestra vida, por ejemplo
al arrepentirnos y bautizarnos, sino que es un ejercicio diario. Fíjate en la
imagen del que está arando. No es algo de un momento sino de una acción en el
tiempo. Igual uno. Comenzamos a arar para el reino de Dios, pero eso lleva
tiempo, ¿cuánto?, mientras estemos vivos. Es así que incluso una vez venidos a
salvación no debemos estar viendo atrás, ni al día, la hora o el minuto
anterior, rumiando los errores cometidos.
¿Entonces?, Pablo escribiendo a los de Filipo responde: “Hermanos, no
considero haber llegado ya a la meta, pero esto sí es lo que hago: me olvido
del pasado y me esfuerzo por alcanzar lo que está adelante”.
Los errores que cometamos no deben ser la
justificación para detener nuestro andar por el Camino a las promesas que se
nos han dado, cuando mucho deben servir para aprender de ello, pero no volviendo
la vista atrás sino fija en el horizonte que anhelamos, así que ya sabes: No
uses tus problemas como rocas en tu cuello que detengan sino como peldaños a
tus pies que te hagan subir.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Génesis
3:12-13; 1 Timoteo 2:14; Hechos 2:38-41; Marcos 1:15; 2 Corintios 5:17; Isaías
65:17; Lucas 9:62; Hebreos 10:38; Filipenses 3:13; Hebreos 6:1
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