martes, 26 de enero de 2021

Como dicen que a la oportunidad la pintan calva ¡asegúrate de al menos tú no estar manco!

 


Hay un dicho muy común que señala que a la oportunidad la pintan calva, esto como una analogía de alguien que pasa y al cual se le dificulta agarrarlo de los cabellos al carecer de él. Creo que hay mucho de verdad en ello y es por eso que uno debe estar preparado, de otra forma, aunque la oportunidad esté calva, al menos no estaremos nosotros mancos para poder intentar aprovecharla.

 

En el caso de los elegidos es exactamente igual pues en el ahora tenemos la oportunidad que se nos ha brindado por el llamamiento al que hemos respondido, oportunidad que conlleva las promesas que se nos han hecho pero que a la vez implican que nos esforcemos por alcanzarlas, como escribe Pablo a los hebreos “mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos”

 

¿Y cómo podríamos estar preparados para aprovechar la oportunidad que se nos ha dado? Pablo, escribiendo a los de Éfeso, les describe lo que se conoce como la armadura de Dios: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo […]  Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.  Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,  y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.  Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.  Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;  orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.

 

Ceñir, quiere decir apretar, ajustar o rodear la cintura u otra parte del cuerpo con una prenda de vestir u otra cosa, así que el ceñirse los lomos con la verdad implica que nos debemos ajustar a ella, ¿y qué es verdad?, la Palabra de Dios, tanto escrita como hecha carne, es verdad. Ahora ¿qué es justicia?, los mandamientos de Dios son justicia, dice la Escritura, así que el vestirse con la coraza de justicia implica que la observancia de los mismos nos protegerá de las maldiciones que la desobediencia acarrea. El calzarnos los pies con el apresto del evangelio de la paz implica que nuestro andar por el Camino debe servir lo mismo para dar testimonio de las verdades divinas ante todos, siendo luz del mundo, como para irnos edificando en el llamamiento al que hemos respondido. Fe en hebreo es emuná que tiene un fuerte referente con la fidelidad, de ahí que cuando se nos dice que tomemos el escudo de la fe, significa que lo que nos puede servir para defendernos del Enemigo, el Mundo y la Carne es el permanecer fieles a las verdades que se nos han revelado. El tomar el yelmo de la salvación implica que en nuestra mente, en nuestro entendimiento, deben estar claramente plasmadas las verdades de salvación ya que siendo así podremos resistir  los embates de las doctrinas falsas, la astucia de los hombres, las artimañas engañosas del error. Tomar la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, significa que no son nuestras ideas, nuestros pensamientos, los que deben servir para argumentar a favor de la verdad sino la manera en que la misma es presentada en la Escritura. Por último, Pablo exhorta a estar orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos ya que como nuestro Señor nos dijo “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”.

 

Solo tenemos este momento que se nos ha concedido para alcanzar las promesas que se nos han dado, el trabajo es arduo, así se nos dijo, pero más pesado será y posiblemente no alcanzaremos aquello que procuramos, si siendo indolentes no nos esforzamos por ello, así que como dicen que a la oportunidad la pintan calva ¡asegúrate de al menos tú no estar manco!

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx



Referencias:

Filipenses 3:14; 1 Corintios 9:24; Hebreos 12:25; Deuteronomio 18:19; Efesios 6:11-18; Juan 17:17; 2 Samuel 7:28; Salmos 119:172; Romanos 7:12,14; Mateo 5:14-16; Filipenses 2:15; Judas 1:3; 1 Timoteo 6:12; Efesios 4:14; 1 Corintios 14:20; Mateo 26:41; Marcos 14:38


martes, 19 de enero de 2021

¿Fracasos?, para nada, mejor velos como entrenamientos para tu éxito futuro



Sin duda alguna una de las cosas que más pueden una vez que se ha iniciado el andar por el Camino, son los tropiezos, las caídas que en él se experimentan ya que la idea que uno tiene al venir a salvación es que todas las tentaciones, todas las tribulaciones que se presenten serán superadas siendo que la realidad dista mucho de ello.

 

La Escritura nunca presenta a los santos, a las santas de Dios, como personas que nunca tropiezan, que nunca caen, pero sí los presente como aquellos que habiendo tropezado, habiendo caído, son capaces de levantarse y retomar ese andar, como dice la Palabra, “porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; más los impíos caerán en el mal”.

 

Pero entonces ¿qué sentido tiene que los justos caigan? En primer lugar lo que hay que considerar es que dada nuestra actual carnalidad, nuestro andar por el Camino no puede ser perfecto y santo. Juan entendiendo esto, en su primer carta lo señala diciendo “hijitos míos, les escribo estas cosas para que no pequen. Si alguno ha pecado, tenemos un abogado ante el Padre, a Jesucristo el justo”.

 

Lo segundo que se debe tener en mente es que, independientemente de lo anterior, es decir, que en el presente siglo nuestro andar por el Camino no puede ser perfecto y santo, estamos llamados a eso y a eso llegaremos siempre y cuando nos mantengamos fieles, sobre esto Juan, también en su primer carta, señalando hacia el futuro, una vez que hallamos nacido del Espíritu, lo indica diciendo “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios”.

 

Y lo tercero que se debe considerar es que a través de la experiencia —ya que después de todo esa fue la manera en que nuestros primeros padres a nombre de la humanidad decidieron ir hacia las verdades divinas— Dios está forjando en nosotros su carácter perfecto y santo, prueba de ello que nos vamos dando cuenta de lo que es bueno y de lo que es malo, de lo que es el bien y de lo que es el mal, Pablo escribiendo sobre esto que él mismo de igual forma experimentaba, les dice a los Romanos señala “porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.  Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.  Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.  Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;  pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros”.

 

El andar por el Camino está lleno de tropiezos, de caídas, dado que todo obra para bien para los que aman a Dios debemos concluir que incluso esto es de edificación para nosotros, así que no lo olvides, hablando de los tropiezos y caídas que en nuestro andar experimentamos, ¿fracasos?, para nada, mejor velos como entrenamientos para tu éxito futuro.

 

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx


 

Referencias:

Proverbios 24:16; 2 Corintios 4:9; Job 5:19; 1 Juan 2:1; Romanos 5:10; Hebreos 7:25; 1 Juan 3:9; Salmos 119:3; 1 Pedro 1:23; Romanos 7:19-23 

martes, 12 de enero de 2021

Un sueño puede ser algo difícil de lograr, no lograrlo es aún más difícil de aceptar

 


Cuando referido al llamamiento al que hemos respondido hablamos de sueños, no nos referimos a ilusiones o fantasías sino a las promesas concretas que hemos recibido y las cuales nos animan a avanzar en el Camino para alcanzarlas.

 

Si bien la salvación nos es dada por gracia, no por nuestros méritos o esfuerzos, de igual forma se nos insta, una vez siendo salvos, a esforzarnos por alcanzar las promesas que se nos han dado.

 

Esto es importante considerarlo pues si uno confunde una cosa con la otra puede creer que la salvación la obtenemos por nuestras obras, lo cual no es así, o que una vez salvos ya no tenemos que esforzarnos para nada lo cual tampoco es cierto.

 

El “esfuérzate y sé valiente” es un exhorto escritural que se nos es dado a todos los que hemos venido a salvación y forma parte del carácter que el Padre desea desarrollar en cada uno por su Santo Espíritu que en nosotros mora.

 

En su segunda carta a los de Corinto, Pablo escribiendo sobre esto les exhorta diciendo “como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación” y tan así está relacionado ese esfuerzo con el alcanzar las promesas que Revelación señala “el que salga vencedor se vestirá de blanco. Jamás borraré su nombre del libro de la vida, sino que reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles”.

 

En contraparte, considerando lo anterior, quien no se mantenga firme a hasta el final es más que evidente que no alcanzará las promesas dadas, es por ello que a los santos que han triunfado la Escritura se refiere como llamados, elegidos y fieles. Ahorita tú, yo y todos los que a salvación  hemos venido somos llamados y elegidos, es decir, se nos llamó y hemos respondido, pero lo de ser fieles solo se verá hasta el final, cuando al regreso de nuestro Señor quede de manifiesto quienes alcanzaron esas promesas.

 

¿Te imaginas aquellos que por desidia, confusión o error, creyendo que la salvación los exentaba de esforzarse en alcanzar las promesas, no alcancen lo esperado? Sobre estos la Palabra indica que lo único que les queda es el lloro y el crujir de dientes”.

 

El Señor ya está a la puerta, esto es más que evidente, de igual forma, esto debe movernos a un esfuerzo final, supremo por alcanzar aquello que se nos prometió, no a dormirnos sino a velar para ser considerados dignos de entrar a las bodas del Cordero, después de todo un sueño puede ser algo difícil de lograr, no lograrlo es aún más difícil de aceptar.

 

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

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Referencias:

Efesios 2:8-9; Romanos 3:24; Revelación 3:11; 1 Corintios 9:25; Josué 1:6; Deuteronomio 31:6; 2 Corintios 7:1; 1 Pedro 1:15; Revelación 3:5; Mateo 10:32; Revelación 17:14; Mateo 13:50; Revelación 3:20; Mateo 24:33


martes, 5 de enero de 2021

Los sueños son tan fugaces que se nos dotó de las alas de la voluntad para darles alcance

 


Para los elegidos, las promesas que se nos han entregado forman parte de una esperanza cierta, más sin embargo, para el mundo, las mismas no tienen razón alguna,  de hecho les suenan como locura.

 

Esas promesas no son de ninguna forma desvaríos sino que forman parte de aquellos sueños que deseamos alcanzar, sueños claros y concretos basados en la Palabra y sustentados en el sacrificio redentor de Jesús que el mundo no entiende, como lo señala Pablo en su primer carta a los de Corinto: “Porque la palabra de la cruz es necedad para los que se pierden, pero para nosotros los salvos es poder de Dios”.

 

Con todo y todo esas promesas, esos sueños, tienen un momento para buscarse, momento que, de frente a la eternidad, es extremadamente fugaz por lo que debe aprovecharse cada instante para avanzar hacia aquello, como escribe Isaías “buscad á Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano”.

 

Ese aprovechar cada momento requiere de nuestra voluntad, es decir, de nuestra acción aunada a nuestra intención para avanzar por el Camino. Deuteronomio señala esto cuando indica que uno hallará a Dios “si lo busca con todo [el] corazón y con toda [el] alma”. Haciendo eco de esto nuestro Señor indica lo mismo señalando “pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.  Porque cualquiera que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se abrirá”.

 

“¿Y cuál es el límite de ese esfuerzo?” —alguien pudiera preguntar— , el límite es la vida misma, como lo dijo nuestro Señor  “el que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará”.

 

Revelación contiene un simbolismo relativo al tiempo presente en que se deben aprovechar la oportunidad para santificarse, tiempo que tendrá un término en el futuro: poco antes de que los siete ángeles que contienen las siete copas de la ira postrera de Dios comiencen a derramar éstas sobra la tierra se señala “y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles”.

 

Este entrar en el templo es venir a salvación, de esta forma llegará un momento en que, como también es simbolizado en la parábola de las cinco vírgenes prudentes y las cinco vírgenes fatuas, éstas últimas, una vez que las primeras hubiesen entrando con su señor a las bodas cerrándose la puerta, vendrán “diciendo: ``Señor, señor, ábrenos´´. Pero [responderá] él [ ]: ``En verdad os digo que no os conozco´´”.

 

Por cierto, la parábola de las cinco vírgenes prudentes y las cinco vírgenes fatuas termina con el exhorto: “Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora”. De esta forma, los elegidos debemos buscar no dormirnos sino estar velando pues el tiempo es corto y nuestro día de la liberación ya está a la vuelta, después de todo, en cuanto a  las promesas que se nos han dado, los sueños son tan fugaces que se nos dotó de las alas de la voluntad para darles alcance.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

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Referencias:

Hebreos 11:1; 2 Corintios 5:7; 1 Corintios 1:18; Romanos 1:16; Deuteronomio 4:29; Jeremías 29:13; Mateo 7:7-8; Mateo 10:39; Mateo 16:25; Marcos 8:35; Lucas 9:24; Lucas 17:33; Revelación 15:8; Mateo 25:11-13