Siendo
de aquellos que hemos respondido al llamamiento del Padre para venir a
salvación en el presente siglo, si se nos preguntara sobre nuestra esperanza, creo que todos
coincidiríamos en señalar que ésta es ser con Cristo reyes y sacerdotes en el
reino venidero.
Esta
meta, si bien es loable y de hecho es la que le da sentido a nuestro andar por
el Camino, debe tener de igual forma objetivos a corto y mediano plazo que nos
permitan ir creciendo en el conocimiento de Dios y Su Hijo y, poniendo por obra
esa fe que se dice profesar, ir madurando hasta alcanzar la estatura perfecta
de Cristo.
¿Se
entiende la diferencia? Una cosa es tener en claro las promesas que se nos han
dado, otra muy distinta, y a la vez considero indispensable para lo primero, es
que sepamos qué debemos ir comprendiendo, qué debemos ir haciendo en nuestra
vida para aquello.
Pongo
un ejemplo. Retomemos la pregunta inicial “¿cuál es la esperanza qué tienes
como hijo de Dios?”, la respuesta que ya se dijo es “ser con Cristo reyes y
sacerdotes en el reino venidero”. Excelente. Ahora viene la otra pregunta “¿qué
estás haciendo, que te falta hacer, para alcanzar eso?”.
¿Ves
la diferencia? Un hijo de Dios sabe aquello en lo que ha puesta su esperanza,
de igual forma un hijo de Dios debe saber qué es aquello que le hace falta para
alcanzar lo primero.
Pablo
en su primera carta a los de Corinto les aclara lo anterior cuando les dice “¿no
sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los
fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que
se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los
maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios”. Esto en cuanto
al hacer. En función de esto, ¿hay aún algo en lo que cada quien deba
trabajar?, si la respuesta es sí, ¿qué está cada uno haciendo para ello?
De
igual forma Pablo escribiendo a los Hebreos les dice “porque debiendo ser ya
maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a
enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis
llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche es
inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han
alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en
el discernimiento del bien y del mal”. Esto en cuanto al saber. En función de
esto, ¿hay aún algo en lo que cada quien deba trabajar?, si la respuesta es sí,
¿qué está cada uno haciendo para ello?
Sin
duda alguna que la esperanza que se nos ha dado excede con mucho las
tribulaciones que en la actualidad se padecen, pero de igual forma esa
esperanza debe estar cimentada en propósitos que permitan avanzar por el Camino
hacia lo primero, después de todo tus objetivos deben tener tres
características, no solo dos: ser alcanzables, ser medibles, ¡y ser
apasionantes!
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Colosenses
1:10; 2 Pedro 1:8; Efesios 4:1; 2 Pedro 3:18; Efesios 4:15; 2 Tesalonicenses
1:3; Efesios 4:13; 1 Corintios 14:20; Efesios 1:17; 1 Corintios 6:9-10; Gálatas
5:19-21; Efesios 5:5; Hebreos 5:12-14; Colosenses 3:16; 1 Pedro 4:11
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