martes, 3 de noviembre de 2020

Tal vez nunca alcances un ideal, pero el solo seguirlo te convertirá en un ideal que otros buscarán alcanzar

 


Los cristianos tenemos muy claro el llamamiento al que hemos respondido: ser perfectos y ser santos como nuestro Padre lo es, con todo y todo, la misma magnitud de la meta puede hacer que algunos se desanimen, ¿por qué?, porque la perfección y santidad no es algo que alcanzaremos en el presente siglo sino en el siglo venidero.

 

Juan, viendo ese conflicto, escribió en su primer carta “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”, de esta forma es más que claro que la perfección y santidad es una meta a la cual tendemos pero que el no haberla alcanzado ahorita no debe  menoscabar el esfuerzo por lograrla.

 

Fíjate en esta aparente contradicción de Pablo, por un lado señala que él no ha alcanzado aún la meta, “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado”, pero por otro nos insta a seguir su ejemplo, “sed imitadores de mí”, ¿cómo puede Pablo esperar le imitemos cuando él mismo no ha logrado lo que busca?, esa aparente contradicción se resuelve cuando se mira todo el panorama.

 

Cuando Pablo reconoce que aún no ha alcanzado lo que busca completa la idea diciendo “pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”, también cuando pide se le imite completa la idea señalando, en cuanto a imitar, “como también yo lo soy de Cristo”.

 

Nuestro Padre es perfecto y santo, eso es a lo que estamos llamados, de igual forma, al ser Él infinito, eterno, todopoderoso y omnisapiente necesitamos de algo que lo represente, ese algo, o más bien ese alguien, es Cristo, a quien la misma Escritura refiere como “la imagen del Dios invisible”, con todo y todo, podemos ver en los hermanos y hermanas en la fe, esa debilidad, esa torpeza, esa rebeldía, y esa cobardía que no identificamos en el Padre ni tampoco en Su Hijo y que nos pueden servir, a manera de edificación, para ver de igual forma, el modo de luchar contra nuestra carnalidad. Ese es el ejemplo que Pablo propone.

 

Pablo no establece la imitación suya como la meta, sino como la manera en que lucha contra el Enemigo, contra el Mundo y contra la Carne para alcanzar las promesas que se nos han sido dadas, de igual forma, cada hermano y hermana en la fe, tu y yo, aunque  aún no hayan alcanzado, no hayamos alcanzando,  esa perfección y esa santidad que habrá de manifestarse en el siglo venidero, pueden, podemos, ser ejemplo de lucha, de tenacidad, de perseverancia para ello, después de todo tal vez nunca alcances un ideal, pero el solo seguirlo te convertirá en un ideal que otros buscarán alcanzar.

 

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx

 


 

Referencias:

Mateo 5:48; Levítico 19:2; 1 Pedro 1:16; Levítico 11:45; 1 Juan 3:2; Job 19:26; Salmos 17:15; Colosenses 3:4; Romanos 8:29; Filipenses 3:13-14; Hebreos 6:1-3; 1 Corintios 11:1; Filipenses 3:17; 1 Tesalonicenses 1:6; Colosenses 1:15; Juan 1:18; Juan 14:9


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