martes, 17 de noviembre de 2020

Éxito no es lograr todo lo que quieres, sino convertirte en la persona de excelencia que estás llamado a ser


 

Generalmente relacionamos el éxito con el conseguir las metas que uno se propone y, en ese mismo sentido, que dichas metas sean medibles, observables, cuantificables. Parte de esta percepción es verdad, pero, relacionado con el llamamiento al que se ha respondido hay que tener el debido cuidado respecto del orden correcto en cuanto a las prioridades en cuanto a las metas establecidas.

 

Jesús, referido precisamente a esto, en su momento señalo a los de su tiempo y en su figura a sus seguidores de todos los tiempos, “¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?”.

 

Lo anterior está en la misma línea de lo que toda la Escritura expresa referido a este mundo, al presente siglo, en comparación con el Reino de Dios, el siglo venidero, por ejemplo, ¿te has dado cuenta de la manera tan efímera que la Escritura presenta lo que el hombre es y lo que el hombre tiene? “Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae”.  Una hierba es algo débil, pequeño, de poca duración, de hecho, de poca utilidad, es más: incluso a veces hasta nociva cuando de hierba mala se trata. ¿Es eso de lo que debemos ufanarnos?, peor aún: ¿es eso en lo que debemos afanarnos?

 

Juan en su primer carta aborda este mismo tema al señalar “no améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.  Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.  Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. En ese sentido, ¿cuál debería ser el correcto orden de prioridades en cuanto a lo que debe tenerse en primer lugar: aquello que permanece o aquello que es efímero?

 

Ahora bien, no se trata de irse al otro extremo como los ermitaños y anacoretas de antaño, y dejar todo lo de este mundo ya que el mismo pasa y demás, sino tener, como se comentó el debido orden de ideas y usar la vida que se nos da, lo que somos y tenemos, en función de lo que aquellos permanente que deseamos obtener.

 

De esta forma esa vida efímera representada por la hierba en la figura del hombre, ese mundo que pasa donde nada es permanente,  son el medio por el cual podemos acceder a lo real, a lo tangible, a lo eterno, con ese entendimiento podemos entonces aprovechar este interludio consciente para aplicar lo que somos y lo que tenemos en alcanzar las promesas que se nos han sido dadas.

 

Para todo esto, y considerando nuestra carnalidad, para tener ese debido orden de ideas es menester pedir que sea el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en nosotros el que nos  ilumine y fortalezca para vivir en la conciencia de lo efímera, de lo pasajera que es la vida, de la nada que representa en sí y por sí, entendiendo de esta forma la enorme importancia de en el aquí y en el ahora trabajar por aquello que permanece,  que es verdadero y que es eterno, después de todo éxito no es lograr todo lo que quieres, sino convertirte en la persona de excelencia que estás llamado a ser.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx



Referencias:

Mateo 16:26; Lucas 9:25; Marcos 8:37; 1 Pedro 1:24; Job 14:2; Salmos 39:6; 1 Juan 2:15-17; Romanos 12:2; Santiago 4:4


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