Generalmente
relacionamos el éxito con el conseguir las metas que uno se propone y, en ese
mismo sentido, que dichas metas sean medibles, observables, cuantificables.
Parte de esta percepción es verdad, pero, relacionado con el llamamiento al que
se ha respondido hay que tener el debido cuidado respecto del orden correcto en
cuanto a las prioridades en cuanto a las metas establecidas.
Jesús,
referido precisamente a esto, en su momento señalo a los de su tiempo y en su
figura a sus seguidores de todos los tiempos, “¿qué provecho obtendrá un hombre
si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de
su alma?”.
Lo
anterior está en la misma línea de lo que toda la Escritura expresa referido a
este mundo, al presente siglo, en comparación con el Reino de Dios, el siglo
venidero, por ejemplo, ¿te has dado cuenta de la manera tan efímera que la
Escritura presenta lo que el hombre es y lo que el hombre tiene? “Toda carne es
como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se
seca, y la flor se cae”. Una hierba es
algo débil, pequeño, de poca duración, de hecho, de poca utilidad, es más:
incluso a veces hasta nociva cuando de hierba mala se trata. ¿Es eso de lo que
debemos ufanarnos?, peor aún: ¿es eso en lo que debemos afanarnos?
Juan
en su primer carta aborda este mismo tema al señalar “no améis al mundo, ni las
cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está
en él. Porque todo lo que hay en el
mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la
vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que
hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. En ese sentido, ¿cuál debería
ser el correcto orden de prioridades en cuanto a lo que debe tenerse en primer
lugar: aquello que permanece o aquello que es efímero?
Ahora
bien, no se trata de irse al otro extremo como los ermitaños y anacoretas de
antaño, y dejar todo lo de este mundo ya que el mismo pasa y demás, sino tener,
como se comentó el debido orden de ideas y usar la vida que se nos da, lo que
somos y tenemos, en función de lo que aquellos permanente que deseamos obtener.
De
esta forma esa vida efímera representada por la hierba en la figura del hombre,
ese mundo que pasa donde nada es permanente, son el medio por el cual podemos acceder a lo
real, a lo tangible, a lo eterno, con ese entendimiento podemos entonces
aprovechar este interludio consciente para aplicar lo que somos y lo que
tenemos en alcanzar las promesas que se nos han sido dadas.
Para
todo esto, y considerando nuestra carnalidad, para tener ese debido orden de
ideas es menester pedir que sea el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que
mora en nosotros el que nos ilumine y
fortalezca para vivir en la conciencia de lo efímera, de lo pasajera que es la
vida, de la nada que representa en sí y por sí, entendiendo de esta forma la
enorme importancia de en el aquí y en el ahora trabajar por aquello que
permanece, que es verdadero y que es
eterno, después de todo éxito no es lograr todo lo que quieres, sino
convertirte en la persona de excelencia que estás llamado a ser.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Mateo
16:26; Lucas 9:25; Marcos 8:37; 1 Pedro 1:24; Job 14:2; Salmos 39:6; 1 Juan 2:15-17;
Romanos 12:2; Santiago 4:4
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