miércoles, 18 de septiembre de 2019

Cuida la palabra que empeñes, es tu mejor tarjeta de presentación



Sin duda alguna uno de los más graves problemas en las relaciones interpersonales es la falta de confianza de unos para con otros. Decir una cosa y hacer otra, no cumplir lo prometido, hablar medias  verdades –que finalmente terminan siendo mentiras completas- impiden generar un fundamento sobre el cual edificar la confianza requerida para que la interacción humana funcione.

El cristiano no está exento de caer en los errores, las faltas anteriormente comentadas. Santiago en su carta señala que “todos fallamos mucho. Si alguien nunca falla en lo que dice, es una persona perfecta, capaz también de controlar todo su cuerpo”. El problema en sí no es fallar, sino en ver esa falla como normal, como aceptable.

“Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; más los impíos caerán en el mal”, indica Proverbios, lo cual implica que, ante lo comentado anteriormente,  el objetivo planteado en la vida cristiana, como señaló nuestro Señor Jesucristo: “sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede”.

Decir una cosa y hacer precisamente esa, cumplir lo prometido, hablar verdades completas, es la meta que el cristiano, en su relación con los demás busca. Ahora bien, si esto es así en la relación de unos para con otros ¿se esperará menos de la relación de uno para con Dios? Eclesiastés responde “Cuando haces un voto a Dios, no tardes en cumplirlo, porque Él no se deleita en los necios. El voto que haces, cúmplelo”. Y ¿cuál es el principal voto que has hecho? El principal voto que has hecho devino con el bautismo cuando libre y voluntariamente expresaste tu deseo de cumplir con la voluntad de Dios.

Ante las innumerables fallas que tenemos en la vida cristiana, incluso después de haber venido al bautismo, lo anterior puede llevar a depresión al ver que difícilmente podemos decir que se ha cumplido eso que prometimos, pero Juan en su primera carta, abordando este tema, señala al respecto que “si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”, idea completada por Pablo cuando escribiendo a los Hebreos les dice “por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna”.

El cristiano busca que, ante su relación de unos para con otros y ante su relación de uno para con Dios, su decir si es si, sea si, si es no, sea no, y cuando cae, reconociendo la falla, vuelve a levantarse continuando con su andar hasta que ese carácter, que es el reflejo del del Padre, se refleje en uno, así que cuida la palabra que empeñes, es tu mejor tarjeta de presentación.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor


Referencias:
Santiago 3:2; Gálatas 5:17; Proverbios 24:16; 2 Corintios 4:9; Colosenses 4:6; Santiago 5:12; Mateo 5:37; Eclesiastés 5:4; Deuteronomio 23:21; Salmos 66:13; 1 Juan 2:1; Romanos 5:10; Hebreos 4:16; Efesios 2:18


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