La imagen de la vida del cristiano como algo que
estando en el mundo no es parte de él más sin embargo testifica de la verdad
revelada del Padre es una de las principales del andar en el Camino.
Cristo señaló a sus discípulos, y en su figura a los
cristianos de todos los tiempos, la verdad de que quien responde al llamado del
Padre deja de ser parte del mundo, esto es, no sigue la concupiscencia de la
carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida.
Pero con todo y todo deja de igual forma a sus
discípulos la encomienda de ser sal de la tierra y luz del mundo. En la cita
donde Jesús comisiona en esto a sus discípulos Él mismo aclara que la sal sirve
para dar sabor mientras que la luz sirve
para alumbrar. ¿Qué significa esto?, lo primero, el sabor que da la sal, tiene
que ver con uno, lo segundo, la luz que sirve para alumbrar tienen que ver con
los demás.
El sabor es algo que identifica a los alimentos
incluso más allá de su apariencia, es así que alimentos que parecen estar en
buen estado al probarlos podemos darnos cuenta si esto es así o no. En el caso
del cristiano el sabor es precisamente lo que lo identifica y ese sabor tiene
que ver con la manera en que vive el llamamiento, pero si ese cristiano en nada
se diferencia del resto que son del mundo, en realidad él no tiene un sabor que
lo identifica: “Pero si la sal deja de estar salada, ¿cómo podrá recobrar su
sabor? Ya no sirve para nada, así que se la tira a la calle y la gente la
pisotea”.
La luz es aquello que permite ver, identificar,
reconocer, sin la luz necesaria para lo anterior es prácticamente imposible
darse cuenta, al menos con la vista, de dónde se está, dónde se desenvuelve
uno, hacia dónde se dirige. En el caso
del cristiano tiene que ver con esa proclamación del Evangelio del Reino a la
que se ha sido llamado, pero si no se cumple esa comisión uno no está siendo
esa luz del mundo por lo que queda uno sin una utilidad como lumbrera en las
manos del Padre: “Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes
bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa”.
Los tiempos actuales son críticos, la venida de
nuestro Señor está a la puerta, si bien ambos encargos, ser sal de la tierra
viviendo en congruencia la fe, y ser luz del mundo proclamando a los demás el
Evangelio del Reino, cada vez se vuelven más complicados, de igual forma Dios
está abriendo la puerta en estos últimos tiempos para que aquello se dé previo
a la venida de nuestro Señor.
En el caso de la sal de la tierra, la vida cristiana no
se circunscribe a obedecer las doctrinas de la fe sino a avanzar en la madurez
del entendimiento sobre las misma que permita dar frutos de perfección y
santidad; en el caso de la luz del mundo, la vida cristiana no se constriñe a
congregarse y pasivamente esperar recibir sino utilizar los medios existentes
para fungir en el presente siglo como profetas en las naciones, después de todo
así como un foco puede iluminar una habitación, una sola persona de bien puede
iluminar el mundo.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Juan 15:19; 17:16; 1 Juan 2:16; 1 Pedro 2:11;
Mateo 5:13-16; 28:19; Marcos 16:15; Lucas 24:47-48; Lucas 21:10-11; Mateo 24:14;
Revelación 6:2-12
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