Sin duda alguno doloroso es cuando en el Camino
al que el Padre nos ha llamado en el presente siglo caemos, fallamos. Dada
nuestra naturaleza por un lado al responder al llamamiento tenemos una
expectativa muy alta de nosotros y por otro nuestras debilidades siguen
presentes.
Cuando en el Camino caemos tendemos a juzgarnos
tan duro que en ocasiones eso pone en riesgo la salvación que se nos ha
otorgado, ¿por qué? porque podemos llegar a considerar que no somos dignos de
la misma renunciando así a las promesas.
Pero si somos mesurados en nuestro pensar
podremos darnos cuenta como es que sólo Jesús no pecó, siendo que todos los demás
personajes bíblicos presentaron las fallas que como humanos todos tenemos.
Abraham, Moisés, David, quien veamos en la Escritura lo encontraremos con
virtudes encomiables, es cierto, pero también con fallas muy humanas.
La Escritura nos exhorta, tanto en los ejemplos anteriores
así como muchos más que pudiéramos considerar, como de manera directa a través
de la misma Palabra, a que si caemos siete veces siete veces debemos levantarnos.
De hecho a quien así hace se le llama justo, ¿te das cuenta? Un justo no es el
que no cae, sino el que se mantiene fiel al llamamiento.
De igual forma la Escritura señala de forma
esperanzadora que este caminar, caer, levantarse, caminar, no durará por
siempre sino que llegará un momento en que como hijos gloriosos de nuestro
Padre Dios no podremos nunca jamás de nuevo pecar.
La Palabra de Dios nos dice que no son pocas sino
muchas las aflicciones del justo, ¿te fijas? muchas, pero también dice que de
todas esas nos libra el Señor. Ahora bien, ¿el que nos libre quiere decir que
no las padecemos? Claro que no, si así fuera no serían aflicciones pues ni
cuenta nos daríamos, significa que las mismas, si nos mantenemos fieles, aunque
caigamos, no nos conducen a la muerte.
Esta idea es reforzada con la esperanzadora
expectativa que los llamados, al caer –de nuevo aparece la caída en la vida
cristiana-, no queda derribado pues el Señor sostiene su mano. ¿Qué hacer al caer? A Dios gracias tenemos un
abogado para con el Padre, Jesus, nuestro Señor y nuestro hermano, que entiende
nuestras debilidades, para que con arrepentimiento retomemos el andar.
Una realidad de la vida cristiana es que tenemos
que caminar a pesar de nuestras debilidades, pero una esperanza clara dada por
la Escritura es que si nos mantenemos fieles veremos en nosotros realizadas a
su tiempo las promesas del Padre. ¿Te das cuenta? Qué curioso: cien errores te
pueden conducir a un gran acierto, ¡nunca dejes de intentarlo!
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
1 Pedro 2:22-23; 2 Corintios 5:21; Proverbios
24:16; Miqueas 7:8; 1 Juan 5:18; Job 5:19; Salmos 34:19; 37:24; 1 Juan 2:1; Romanos
5:10; 8:34; Hebreos 7:26
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