miércoles, 13 de febrero de 2019

Qué curioso: cien errores te pueden conducir a un gran acierto, ¡nunca dejes de intentarlo!



Sin duda alguno doloroso es cuando en el Camino al que el Padre nos ha llamado en el presente siglo caemos, fallamos. Dada nuestra naturaleza por un lado al responder al llamamiento tenemos una expectativa muy alta de nosotros y por otro nuestras debilidades siguen presentes.

Cuando en el Camino caemos tendemos a juzgarnos tan duro que en ocasiones eso pone en riesgo la salvación que se nos ha otorgado, ¿por qué? porque podemos llegar a considerar que no somos dignos de la misma renunciando así a las promesas.

Pero si somos mesurados en nuestro pensar podremos darnos cuenta como es que sólo Jesús no pecó, siendo que todos los demás personajes bíblicos presentaron las fallas que como humanos todos tenemos. Abraham, Moisés, David, quien veamos en la Escritura lo encontraremos con virtudes encomiables, es cierto, pero también con fallas muy humanas.

La Escritura nos exhorta, tanto en los ejemplos anteriores así como muchos más que pudiéramos considerar, como de manera directa a través de la misma Palabra, a que si caemos siete veces siete veces debemos levantarnos. De hecho a quien así hace se le llama justo, ¿te das cuenta? Un justo no es el que no cae, sino el que se mantiene fiel al llamamiento.

De igual forma la Escritura señala de forma esperanzadora que este caminar, caer, levantarse, caminar, no durará por siempre sino que llegará un momento en que como hijos gloriosos de nuestro Padre Dios no podremos nunca jamás de nuevo pecar.

La Palabra de Dios nos dice que no son pocas sino muchas las aflicciones del justo, ¿te fijas? muchas, pero también dice que de todas esas nos libra el Señor. Ahora bien, ¿el que nos libre quiere decir que no las padecemos? Claro que no, si así fuera no serían aflicciones pues ni cuenta nos daríamos, significa que las mismas, si nos mantenemos fieles, aunque caigamos, no nos conducen a la muerte.

Esta idea es reforzada con la esperanzadora expectativa que los llamados, al caer –de nuevo aparece la caída en la vida cristiana-, no queda derribado pues el Señor sostiene su mano.  ¿Qué hacer al caer? A Dios gracias tenemos un abogado para con el Padre, Jesus, nuestro Señor y nuestro hermano, que entiende nuestras debilidades, para que con arrepentimiento retomemos el andar.

Una realidad de la vida cristiana es que tenemos que caminar a pesar de nuestras debilidades, pero una esperanza clara dada por la Escritura es que si nos mantenemos fieles veremos en nosotros realizadas a su tiempo las promesas del Padre. ¿Te das cuenta? Qué curioso: cien errores te pueden conducir a un gran acierto, ¡nunca dejes de intentarlo!


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor



Referencias:
1 Pedro 2:22-23; 2 Corintios 5:21; Proverbios 24:16; Miqueas 7:8; 1 Juan 5:18; Job 5:19; Salmos 34:19; 37:24; 1 Juan 2:1; Romanos 5:10; 8:34; Hebreos 7:26

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