Cuando
uno responde al llamado del Padre y deviene en lo que puede llamarse un
cristiano, debe tener muy en claro que en realidad no ha llegado a ninguna
parte aún sino que ha iniciado un caminar que durará toda la vida.
En
ese caminar uno deberá ir madurando en la fe y creciendo en obras, pero también
puede pasar, como en el mensaje de Revelación a la iglesia en Éfeso, que uno
olvide su primer amor.
Ese
olvidar el primer amor se refiere a dejar que con el paso del tiempo esa
motivación, esa energía, ese compromiso con nuestra santificación vaya
decayendo hasta llegar a una rutina diaria donde no hay avance en nuestra vida
espiritual.
En
este punto podemos, si, terminar cada día viendo las maravillas que Dios ha
hecho en nuestra vida y poniendo a Sus pies lo que hemos logrado, pero también,
si somos honestos, veremos cómo es que mucho de eso que hemos logrado ha sido
por que más bien se ha dado por sí mismo y no tanto porque lo hallamos primero
proyectado como idea y luego realizado como acción.
Lo
anterior está bien, muchas veces no puede planearse todo y como cristiano uno
debe dejarse llevar por el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en
nosotros, pero el gran proyecto que implica nuestra santificación conllevará en
muchas ocasiones la aplicación volitiva de nuestros pensamientos y nuestras
acciones.
Piensa
solamente en los frutos del espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio, ¿crees acaso que se irán dando
sin que haya de tu parte participación alguna? Muchas cosas se dan por gracia y
misericordia de Dios en nuestra vida, de hecho todo lo bueno y perfecto que se
nos da, viene de arriba, pero también la Escritura nos dice que no todo el que
dice “Señor, Señor” entrará en el Reino de los Cielos sino el que hace la
voluntad del Padre.
Ahora
bien, ¿qué hacer si alguna vez uno se encuentra en una situación dónde la
tibieza amenace nuestra vida espiritual y estemos por la senda de olvidar aquel
primer amor que nos trajo al Camino?
En
el mismo mensaje de Revelación a la iglesia de Éfeso habla de tres cosas para enfrentar
esta situación: la primera es recordar cómo éramos antes, la segunda
arrepentirnos de la indolencia que podría haber enervado nuestra vida, y la tercera
comenzar a hacer las obras primeras con las que iniciamos nuestro andar por el
Camino.
Es
cierto que como cristianos el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios que mora en
nosotros, si somos dóciles, trabajará en nosotros en nuestra edificación como
parte del cuerpo de Cristo, pero también
es cierto que nuestra participación nos es requerida como contraparte del
compromiso adquirido a venir al Cuerpo de Cristo, así que reflexiona: ¿Ves todo
lo que a veces has logrado sin proponértelo?, ¡ahora imagínate si te lo
propusieras!
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación
• I+D+i • Consultoría
Desarrollo
Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor
Referencias:
Juan 14:6; Efesios 1:17; 4:13; Hebreos 5:14; Juan
15:16; Revelación 2:4; Gálatas 5:22-23; Mateo 7:16; Efesios 5:9; Colosenses
3:12; Santiago 1:17; Mateo 7:11; Santiago 3:15, 17; Mateo 7:21-23; Lucas 6:46; Romanos
2:13