martes, 21 de julio de 2020

En la vida, correr volteando hacia atrás solo te hará ganar un tropezón



Dado que el nacimiento del agua, el bautismo pues, implica una nueva vida, la idea contenida es que se trata de un nuevo comenzar, como dice Pablo en su segunda carta a los de Corinto “de modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura [es]; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas”, es por ello que para andar por el Camino de esta nueva vida se alude a no volver la mirada atrás.

Sobre esto, uno de los eventos que más se esgrimen, es el caso de la esposa de Lot, la cual, mientras huían previo a la destrucción de Sodoma y Gomorra volvió su vista atrás quedando convertida en sal.

En efecto, pretender avanzar con la mirada puesta en lo que se deja puede dar lugar, no sólo a lentitud en el andar, es más: ni siquiera a tropezar por ello, sino incluso en regresar a lo que se está dejando, por eso Pablo escribiendo a los de Filipo les dice “yo mismo no considero haber lo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” o como escribió Isaías “no recordéis las cosas anteriores ni consideréis las cosas del pasado”

Lucas presenta un diálogo corto, pero muy edificante, entre uno que deseaba seguir a Jesús pero que quería tiempo para ordenar antes sus cosas: “También otro dijo: Te seguiré, Señor; pero primero permíteme despedirme de los de mi casa. Pero Jesús le dijo: Nadie, que después de poner la mano en el arado mira atrás, es apto para el reino de Dios”.

Esta cita se usa para señalar, acertadamente, que iniciar el andar por el Camino implica dejar atrás lo que antes se era, pero quiero proponerte una forma adicional, no contradictoria sino complementaria de esto la cual se refiere a esas caídas que en el andar, una vez nacido de nuevo, se experimenta.

Es más que evidente que el nacer de nuevo no elimina nuestra carnalidad, un correcto entendimiento de aquello implica reconocer que mediante el bautismo  “[nos habemos] vestido del nuevo [hombre,] el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de aquel que lo creó”, pero en el inter seguimos padeciendo de nuestras debilidades y flaquezas que nos pueden hacer caer en nuestro andar, ¿qué hacer?

En su primer carta Juan instruye diciendo “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. Esto ya lo sabemos, pero el problema, y es a donde quiero llegar, es nuestra conciencia que puede no dejarnos tranquilos a pesar de ese arrepentimiento ante cada caída que experimentemos, ¿qué hacer?

No es tanto de hacer, sino más bien de comprender y dejar que el Espíritu nos vaya edificando, de nuevo, ¿qué le dijo Jesús al que queriendo acompañarlo sentía tenía cosas que arreglar en su vida? “Nadie, que después de poner la mano en el arado mira atrás, es apto para el reino de Dios”.

Esto no aplica sólo a mirar atrás deseando la vida que se ha dejado, sino también no dejar de mirar las faltas que en el andar hemos cometido permitiendo que nuestra conciencia nos ancle en un error que, al arrepentirnos, ya ha sido perdonado.

La próxima vez que al caer y ser restaurado sientas esa conciencia que no deja de recordarte tu falta, recuerda que eso está en el pasado y que mirando hacia atrás nos descalificamos a nosotros mismos para el Reino, después de todo en la vida, correr volteando hacia atrás solo te hará ganar un tropezón.


Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.
Formación • I+D+i • Consultoría
Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor


Referencias:
2 Corintios 5:17; Romanos 6:4; Génesis 19:26; Lucas 17:32; Filipenses 3:13-14; Hebreos 6:1; Isaías 43:18; Lucas 9:62; Colosenses 3:10; Romanos 12:2; 1 Juan 2:1-2; Hebreos 2:17

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