Si bien el cristiano confía en la infinita misericordia y eterno amor del Padre, sabe que la debilidad de la carne le puede hacer caer e incluso perder las promesas que se han dado, si no fuera así nuestro Señor no nos hubiera exhortado diciendo “retén firme lo que tienes, para que nadie tome tu corona”, de igual forma Pablo no se hubiera expresado, respecto de su llamamiento, diciendo “golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado”.
Ese sentimiento puede en ocasiones crecer tanto que haga dudar de si uno alcanzará aquello para lo que ha sido llamado y ¿sabes?, en efecto: existe la posibilidad de perder aquello para lo que hemos sido llamados, pero ¿sabes también?, si no lo intentamos de lo único que tendremos certeza es de no alcanzarlo.
Ahora bien, respecto de ese sentimiento, que es muy natural, hay que señalar que el mismo puede tener su origen en el Enemigo, en el Mundo o en la Carne, es por ello que no debemos prestarle atención ya que el mismo puede hacernos perder la vista del Camino, cuando mucho debemos estar consiente de aquello para saber que nada podemos por nosotros mismos pero que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece.
Respecto de ese sentimiento de desasosiego que se ha mencionado tiene realización cuando ponemos la mirada en lo que no somos más que en Aquel que nos llamó, el Padre, y en Aquel por quien sí somos, Jesús, es por eso que la Escritura nos exhorta diciendo que debemos tener “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios”.
¿Cuál es la mejor actitud ante ese sentimiento de desesperanza que puede embragarnos mientras caminamos nuestro andar?, Pablo escribiendo a los de Filipo lo resume diciendo “Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.
Si en alguna ocasión estás en ese punto de, como se dice, tirar la toalla, piensa que el esfuerzo que se nos pide mientras andamos por el Camino, si bien no es garantía de alcanzar la meta, el ni siquiera trabajar en ello si nos refrenda que no lo lograremos, así que no lo olvides, no todo es incierto en la vida: no intentar algo te da 100% de garantía de no lograrlo.
Roberto
Celaya Figueroa, Sc.D.
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Referencias:
Revelación 3:11; 1 Corintios 9:25; 2 Timoteo
2:5; 1 Corintios 9:27; Romanos 8:13; 2 Corintios 13:5; Hebreos 12:2; 1
Corintios 1:23; Filipenses 3:20; Juan 6:40; Filipenses 4:13; 2 Corintios 12:9; Efesios
3:16; Filipenses 3:14; Romanos 8:28; 2 Timoteo 1:9