martes, 9 de julio de 2024

Cada final es en realidad un nuevo empezar

 


Los elegidos tenemos una cosa en contra y otra a nuestro favor: La primera es que somos temporales, la segunda es que somos temporales.

 

No, no se trata de un error lo señalado anteriormente, dicho de otra forma, la temporalidad a la que estamos sujetos tiene las dos acepciones señaladas anteriormente.

 

Primeramente, en cuanto a tener la temporalidad en contra, esto es más que evidente en cuanto al desgaste y ulterior muerte a la que estamos sujetos. ¿Quién no quisiera vivir eternamente?, es por eso que en la mentira original el Enemigo esgrimió ese argumento ante nuestros primeros padres: “Ciertamente no morirán”.

 

Pero, y aquí viene la otra parte, también eso es una ventaja pues lo anteriormente señalado, si bien desgasta al hombre exterior, permite al interior irse renovando: “Por tanto, no desmayamos; más bien, aunque se va desgastando nuestro hombre exterior, el interior, sin embargo, se va renovando de día en día”.

 

Esto último, podemos verlo en las nuevas oportunidades que Dios nos concede cada día: “Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad”.

 

Esas nuevas oportunidades nos permiten aprender de nuestros errores y, con la ayuda del Espíritu de Dios, ir desarrollando el carácter efecto y santo de nuestro Padre Dios: “Un día se lo cuenta al otro día; una noche se lo enseña a la otra noche. Sin palabras, sin sonidos, sin que se escuche una sola voz, su mensaje recorre toda la tierra y llega al último rincón del mundo, en donde el sol pasa la noche”.

 

Ante esto, la mejor actitud que podemos tener es la que el mismo Pablo tenía: “hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”, después de todo cada final es en realidad un nuevo empezar.

 

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx



Referencias:

Génesis 3:4; 2 Corintios 11:3; 2 Corintios 4:16; Isaías 40:31; Lamentaciones 3:22-33; Salmos 103:10; Malaquías 3:6; Salmos 19:2-4; Filipenses 3:13-14; Hebreos 6:1


martes, 2 de julio de 2024

Para tropezar con una moneda de oro, necesitas andar miles de pasos

 


Varios pasajes de la Escritura nos hablan de las riquezas que devienen de la sabiduría: “Adquirir sabiduría, cuánto mejor que el oro, y adquirir inteligencia es preferible a la plata” o “Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia: Porque su mercadería es mejor que la mercadería de la plata, y sus frutos más que el oro fino”.

 

Esa sabiduría, que finalmente da el Espíritu, está contenida en la Palabra: “Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor” y “y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salud por la fe que es en Cristo Jesús”.

 

Pero también, y sobre esto último, se nos dice que dicha sabiduría está esparcida a lo largo de toda la Escritura: “Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá”, es por eso que no es una parte de ella la que contiene dicha sabiduría sino toda la Palabra: “La suma de tu palabra es verdad, y eterno es todo juicio de tu justicia”.

 

Ante esto, debería quedar más que claro para el elegido, la necesidad de estudiar, meditar y orar la Palabra: “Examinadlo todo; retened lo bueno”.

 

Quien cree que solo yendo cada sábado al templo a escuchar alguna prédica ya la hizo está más que equivocado y la actitud es más bien de aquel indolente que condena la Escritura: “Pobre es el que trabaja con mano negligente, mas la mano de los diligentes enriquece”, “la pereza hace caer en profundo sueño, y el alma ociosa sufrirá hambre”, y “el alma del perezoso desea, pero nada [consigue,] mas el alma de los diligentes queda satisfecha”.

 

Pero de igual forma, en ese entendido, debe quedar más que claro que puede requerirse, mucho esfuerzo y mucho tiempo para dar con esos tesoros que la Palabra tiene para todo aquel que se empeña en su comprensión, después de todo para tropezar con una moneda de oro, necesitas andar miles de pasos.

 

 

Roberto Celaya Figueroa, Sc.D.

Formación • I+D+i • Consultoría

Desarrollo Empresarial - Gestión Universitaria - Liderazgo Emprendedor

www.rocefi.com.mx




Referencias:

Proverbios 16:16;  3:13-14; Efesios 1:17; 2 Timoteo 3:15; Isaías 28:10; Salmos 119:160; 1 Tesalonicenses 5:21; Proverbios 10:4;  19:15;  13:4